REGALO DE AMANTE
Anoche en el
jardín te ofrecí el vino espumante
de mi
juventud.
Tú te
llevaste la copa a los labios,
cerraste los
ojos y sonreíste;
y mientras,
yo alcé tu velo, solté tus trenzas
y traje sobre
mi pecho tu cara dulcemente silenciosa:
anoche, cuando
el sueño de la luna rebosó el mundo del dormir.
Hoy, en la
cama, refrescada de rocío, del alba,
Tú vas camino
del templo de Dios,
Bañada y
vestida de blanco,
Con un cesto
de flores en la mano.
Yo, a la
sombra del árbol, me aparto inclinando la cabeza;
En la calma
del alba
Junto al
camino solitario del templo.
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