domingo, 31 de julio de 2011

Jacques Prévert (1900 - 1977)

Antes de mediodia

Es terrible

el leve ruido del huevo duro al ser cascado contra el

estaño de un mostrador

es terrible ese ruido

cuando resuena en la memoria de un hombre que

pasa hambre

es terrible también la cabeza del hombre

la cabeza del hombre que pasa hambre

cuando a las seis de la mañana ve

en el cristal de una gran tienda

una cabeza del color del polvo

sin embargo no es su cabeza lo que ve

en la vidriera de Potin

su cabeza de hombre le importa un bledo

ni se acuerda de ella
sueña                                                                

imagina otra cabeza

por ejemplo una cabeza de ternera

con salsa vinagreta

o una cabeza de lo que sea con tal de que sea comestible

y mueve suavemente las mandíbulas

suavemente

y hace rechinar los dientes suavemente

pues el mundo ni lo tiene en cuenta

y él nada puede contra ese mundo

y cuenta con los dedos uno dos tres

es decir tres días sin comer

y por más que se repita desde hace tres días

Esto no puede durar

esto dura

tres días

tres noches

sin comer

y detrás de esos vidrios

esos embutidos esas botellas esas conservas

pescados protegidos por latas

latas protegidas por vidrios

vidrios protegidos por esbirros

esbirros protegidos por el miedo

cuántas barreras por unas sardinas de mala muerte…

Algo más allá el cafetín

café-crema y bollos calientes

el hombre titubea

y en su cabeza

una niebla de palabras

una niebla de palabras

sardinas para comer

huevo duro café-crema

café con gotas de ron

café-crema

café-crema

¡café-crimen con gotas de sangre!

Un hombre muy estimado en su barrio

ha sido degollado en pleno día

el asesino el vagabundo le robó

dos francos

es decir un café con gotas de ron

cero franco setenta

dos rebanadas de pan con manteca

y veinticinco céntimos de propina para el mozo.

                                                                             
Las obras plásticas ("Viernes 13" y "Ay, sol") que ilustran esta entrada,   pertenecen al pintor argentino RAÚL ALONSO ( 1923-1993)

jueves, 14 de julio de 2011

Poetas Franceses

Paúl Verlaine







Aria de antaño






Lucen vagamente las teclas del piano


a la luz del suave crepúsculo rosa,


y bajo los finos dedos de su mano






un aire de antaño canta y se querella


en la diminuta cámara suntuosa


en donde palpitan los perfumes de Ella.






Un plácido ensueño mi espíritu mece


mientras que el teclado sus notas desgrana;


¿por qué me acaricia, por qué me enternece






esa canción dulce, llorosa e incierta


que apaciblemente muere en la ventana


a las tibias auras del jardín abierta...?



Jacques Prévert

Poemas


                                                PARA HACER EL RETRATO DE UN PÁJARO



Pintar primero una jaula

con la puerta abierta

pintar después algo bonito

algo simple, algo bello,

algo útil para el pájaro.

Apoyar después la tela contra un árbol

En un jardín en un soto

o en un bosque esconderse tras el árbol

Sin decir nada, sin moverse

A veces el pájaro llega enseguida

Pero puede tardar años

antes de decidirse.

No hay que desanimarse

Hay que esperar

Esperar si es necesario durante años

La celeridad o la tardanza

En la llegada del pájaro

No tiene nada que ver

Con la calidad del cuadro.

Cuando el pájaro llega, si llega

observar el más profundo silencio

esperar que el pájaro entre en la jaula

y una vez que haya entrado

cerrar suavemente la puerta con el pincel.



Después borrar uno a uno todos los barrotes

cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro.



Hacer acto seguido, el retrato del árbol,

escogiendo la rama más bella para el pájaro,

Pintar también el verde follaje

Y la frescura del viento,

El polvillo del sol

y el ruido de los bichos de la hierba en el calor estival

y después esperar

que el pájaro se decida a cantar.



Si el pájaro no canta, mala señal,

Señal de que el cuadro es malo,

Pero si canta es buena señal,

Señal de que podéis firmar.

Entonces arrancadle delicadamente

una pluma al pájaro

Y escribid vuestro nombre

En un ángulo del cuadro.




Arthur Rimbaud






FLORES





Desde una gradería de oro -entre los cordones

De seda, las gasas grises, los terciopelos verdes y los discos

De cristal que se oscurecen como el bronce

bajo el sol-, veo abrirse la digital sobre un tapiz

De filigranas de plata, de ojos y cabelleras.

Monedas de oro amarillo sembradas sobre el ágata,

Pilares de caoba que soportan una cúpula de esmeraldas,

manojos de rasos blancos y finas varas de rubí

Rodean la rosa de agua.

Semejantes a un dios con enormes ojos azules

Y con formas de nieve, el mar y el cielo atraen a las terrazas

De mármol la multitud de jóvenes y fuertes rosas.

viernes, 1 de julio de 2011

UN PERRO HA MUERTO poesía de PABLO NERUDA

Mi perro ha muerto.



Lo enterré en el jardín

junto a una vieja máquina oxidada.



Allí, no más abajo,

ni más arriba,

se juntará conmigo alguna vez.

Ahora él ya se fue con su pelaje,

su mala educación, su nariz iría.

Y yo, materialista que no cree

en el celeste cielo prometido

para ningún humano,

para este perro o para todo perro

creo en el cielo, sí, creo en un cielo

donde yo no entraré, pero él me espera

ondulando su cola de abanico

para que yo al llegar tenga amistades.



Ay no diré la tristeza en la tierra

de no tenerlo más por compañero,

que para mí jamás fue un servidor.



Tuvo hacia mí la amistad de un erizo

que conservaba su soberanía,

la amistad de una estrella independienre

sin más intimidad que la precisa,

sin exageraciones:

no se trepaba sobre mi vestuario

llenándome de pelos o de sarna,

no se frotaba contra mi rodilla

como otros perros obsesos sexuales.

No, mi perro me miraba

dándome la atención que necesito,

la atención necesaria

para hacer comprender a un vanidoso

que siendo perro él,

con esos ojos, más puros que los míos,

perdía el tiempo, pero me miraba

con la mirada que me reservó

toda su dulce, su peluda vida,

su silenciosa vida,

cerca de mí, sin molestarme nunca,

y sin pedirme nada.



Ay cuántas veces quise tener cola

andando junto a él por las orillas

del mar, en el invierno de Isla Negra,

en la gran soledad: arriba el aire

traspasado de pájaros glaciales,                                                               

y mi perro brincando, hirsuto, lleno

de voltaje marino en movimiento:

mi perro vagabundo y olfatorio

enarbolando su cola dorada

frente a frente al Océano y su espuma.



Alegre, alegre, alegre

como los perros saben ser felices,

sin nada más, con el absolutismo

de la naturaleza descarada.



No hay adiós a mi perro que se ha muerco.

Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.

Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.

Pablo Neruda

La imagen del perro frente al mar fue tomada del sitio Público.es al que se agradece.