lunes, 9 de diciembre de 2013

ESCRITORES PATAGÓNICOS

ELÍAS CHUCAIR
SIN  RUMBO  FIJO

                                       "Cerro abajo" óleo del pintor Darío Mastrosimone


Era casi de noche todavía y a la distancia las cosas parecían simplemente algunos bultos indefinidos de sombras. Entre el horizonte de cerros del Este amenazaba su nacimiento el día. El paso del caballo parecía transmitir el estado de ánimo del hombre que lo montaba. Por la estrecha senda rodeada de coirones y neneos que bordeaba al faldeo y que lo separa del mallín, el zaino del Ponciano Colipe tranqueaba despaciosamente, parecía que sus patas le pesaban demasiado.
La culpa de todo la tenía el hombre que iba enhorquetado arriba, con el sombrero negro muy sobre la frente y mirando fijamente la cruz del animal. Ni siquiera tironeaba las riendas, ni las aflojaba. Todo estaba librado al antojo del zaino, hasta el rumbo que debía tomar. El hombre estaba totalmente desorientado y en verdad no tenía en claro el lugar dónde tenía que ir. La única idea fija que rondaba en su mente, era que tenía que alejarse del lugar y buscar nueva gerencia, donde no lo conocieran, ni sospecharan de él.
Por eso parecía que había dejado todo librado a las decisiones del zaino. Él y el caballo de tiro que llevaba de pilchero, con algunas de sus pertenencias, solamente obedecía.
Colipe se había “desgraciado”, como dicen en la campaña cuando alguien comete algún hecho grave y aquello le iba pesando demasiado sobre sus hombros…
En la tarde de ayer había matado a su patrón, Rufino Montiel, más conocido en el pago por el “Toro Montiel”. Apodo que se había ganado por su bravura y su fama de malo, que lo hacía llevar a todos por delante.
Sin embargo pese a ello, cuentan que La Inglesa, aquella temida bandolera, una vez lo hizo volver para atrás en Pillacura, cuando Montiel  la alcanzó para recuperar una hacienda que la mentada gringa le iba arreando.
La verdad es que colipe no lo había matado bien. De frente y de otra manera le hubiera resultado difícil, por no decir imposible. Lo había matado desde unos diez metros con tiros de pistola, cuando Montiel le daba inocentemente las espaldas.
¿Curioso, verdad? Un hombre de campo utilizando una pistola...Y por aquellos años...Pero todo tiene su explicación.
Colipe hacía varios años venía trabajando de peón con el Toro Montiel y desde el primer día venía aguantando sus matonadas, insultos y hasta algunos insultos con el arreador, sin darle derecho a explicaciones ni a escucharlo siquiera.Predominaban unicamente su cerrado razonamiento y sus puntos de vista.Ninguno de sus peones, para él, alguna vez podía tener razón y esa suma de actitudes dictatoriales del patrón, huzo que en Colipe fuera madurando despaciosamente el momento de la venganza.
Un año atrás, cuando apareció en el puesto con su sulky uno de esos vendedores ambulantes que llevan de todo, como en botica, Colipe se  tentó cuando el mercachifle le mostró una pistola y le hizo algunas demostraciones de tiro al blanco.
Le alcanzó para pagarla el importe de varios cueros de zorro y gatos de pajonal que tenía escondidos para comprarse unas prendas para el recado. El patrón no lo dejaba vender y comprar afuera. Él tenía que fiscalizarlo y todo debía pasar por sus manos… Así estaban dadas las cosas…
Colipe estaba chocho con la compra. Además dejó como cuatro cajas de balas para ir practicando y tomarle la mano al arma.
Tenía pensado comprarse un par de bastos y un mandil por lo menos, pero la pistola lo había maravillado y ahí nomás se sacó el gusto.

-Total no tengo familia pa mantener. Habrá pensado para sí al tomar tal decisión de comprarse el arma.
……………………………………………………Continuará.........
El transcripto es un fragmento del cuento “Sin rumbo fijo” que es parte del libro “La inglesa bandolera y otros relatos patagónicos” del escritor Elías Chucair.
Vocabulario:
Coirones y neneos: plantas bajas de terreno seco  propias de la Patagonia.
Mallín: terreno húmedo y blando cubierto de pastos.
Zaino: color de pelo de caballos, más oscuro que el tostado, la gente de campo suele nombrar al caballo por el color de su pelaje.
Querencia, el lugar donde vive tanto el hombre como sus animales. Muchos animales saben por instinto volver a la querencia.
Toro: animal vacuno macho, no castrado.
Arreador: especie de látigo.

Recado: montura formada por varias piezas( bastos, mandil, cojinillo, bajera, encimera y otros) que constituye un asiento cómodo para cuando se debe montar por varias horas.
Chocho: contento.

lunes, 2 de diciembre de 2013

UN CUENTO DE OSCAR WILDE


lLa imagene es un acrílico sobre tabla realizado en 2010.
                                                 



El reflejo
Cuento de Oscar Wilde

Cuando murió Narciso las flores de los campos quedaron desoladas y solicitaron al río gotas de agua para llorarlo.
-¡Oh! -les respondió el río- aun cuando todas mis gotas de agua se convirtieran en lágrimas, no tendría suficientes para llorar yo mismo a Narciso: yo lo amaba.

-¡Oh! -prosiguieron las flores de los campos- ¿cómo no ibas a amar a Narciso? Era hermoso.

-¿Era hermoso? -preguntó el río.

-¿Y quién mejor que tú para saberlo? -dijeron las flores-. Todos los días se inclinaba sobre tu ribazo, contemplaba en tus aguas su belleza...

-Si yo lo amaba -respondió el río- es porque, cuando se inclinaba sobre mí, veía yo en sus ojos el reflejo de mis aguas.
                                                                 ---=---

Textos de R. Tagore


Fragmentos de la obra teatral "La carta del rey"
“AMAL.-¡Me gustaría ser una ardilla! ¡Sería estupendo! ¿Por qué no me dejas salir, tío?
MADAV.-El médico dice que no es bueno para ti.
AMAL.-¿Cómo lo puede saber él?
MADAV.-¡Qué cosas dices! ¿Cómo no lo va a saber con la cantidad de libros que ha leído?
AMAL.-¿Y sus libros lo dicen todo?
MADAV.-¡Pues claro; no lo sabes tú bien!
AMAL.-(Suspirando)-¡Ay, soy tan bobo! Como no leo libros…
MADAV.-Pues entérate bien: las personas muy, muy instruidas hacen como tú; no salen nunca de casa.
AMAL.-¿De verdad que no salen?
MADAV.-No. ¿Cómo van a salir? De la mañana a la noche están dale que dale a sus libros, y no tienen ojos para nada más. Cuando seas mayor, caballerete, vas a ser una persona instruida. Estarás siempre metido en casa, leyendo unos libros muy gordos, y la gente que te conozca se quedará maravillada de tu sabiduría.
AMAL.-No, no, tío, por favor; por lo que tú más quieras. No me gusta eso de ser una persona instruida. ¡No quiero!
MADAV.-¿Pues sabes lo que te digo? A mí me hubiera encantado ser una persona instruida.
AMAL.-A mí no. Yo prefiero ir a todas partes y ver todo lo que haya que ver.
....................................................................................
SADA.-¡Amal!
MÉDICO REAL.-Está dormido.
SADA.-Le traigo unas flores. ¿Puedo ponérselas entre sus manos?
MÉDICO REAL.-Si, pónselas.
SADA.-¿Cuándo se despertará?
MÉDICO REAL.-En cuanto venga el Rey y le llame.
SADA.-¿Le dirás al oído una cosa de mi parte?
MÉDICO REAL.-¿Qué quieres que le diga?
SADA.-Dile que Sada no le ha olvidado.

sábado, 9 de noviembre de 2013

EL PRÍNCIPE FELIZ

Oscar Wilde
EL PRÍNCIPE FELIZ

Dominando la ciudad, sobre una alta columna, descansaba la estatua del Príncipe Feliz. Cubierta por una capa de oro magnífico, tenía por ojos dos zafiros claros y brillantes, y un gran rubí centelleaba en el puño de su espada.
Era admirado por todos: "Es tan hermoso como el gallo de una veleta"-  afirmaba uno de los dos concejales de la ciudad que deseaba ganar fama como conocedor de las bellas artes- "nada más que no resulta
tan útil"- añadía, temiendo que las gentes pudieran juzgarle impráctico; cosa que en realidad no era.
-"¿Por qué no puedes ser como el Príncipe Feliz?" -decía una madre razonable a su pequeño que lloraba por alcanzar la luna- "Al Príncipe Feliz nunca se le ocurre llorar por nada".
-"Me alegra que haya alguien en el mundo que sea tan feliz"-mascullaba un pobre hombre frustrado, contemplando la estatua maravillosa.
-"Es igual que un Ángel" -comentaban los niños del coro de la catedral cuando salían de ella con sus esclavinas rojas y sus roquetes blancos y almidonados.
-"¿Cómo lo sabéis?" -replicaba el maestro de matemáticas-, "¿si nunca habéis visto uno?"
-"¡Ah, porque los hemos visto en sueños!" -contestaban los muchachos; y el maestro de matemáticas fruncía el ceño y tomaba una actitud muy seria porque no le gustaba que los niños soñasen.
Una noche voló sobre la ciudad una golondrina. Sus compañeras ya habían partido hacia Egipto seis semanas antes, pero ella se retrasó porque estaba enamorada de un bellísimo junco. Lo había conocido al
principio de la primavera cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y se sintió atraída de tal manera por su tallo esbelto, que se detuvo para hablarle.
-¿Aceptas mi amor? -le preguntó la golondrina que nunca se andaba con rodeos; y el junco hizo una ceremoniosa inclinación. Entonces la golondrina voló haciendo grandes círculos a su alrededor, rozaba la
superficie de las aguas con las puntas de sus alas, dejando brillantes estelas de plata. Ésa era su manera de cortejar; y así transcurrió todo el verano.
-"Son unas relaciones tontas" -gorjeaban las otras golondrinas-. "El es pobre y tiene demasiados parientes". -Y verdaderamente, el río estaba lleno de juncos. Entonces, al llegar el otoño, todas las golondrinas alzaron el vuelo.
Cuando ya se habían alejado, la golondrina se sintió sola, y comenzó a cansarse de su amante. "No tiene conversación" -se decía-. "Además creo que es casquivano, porque constantemente coquetea con brisa".- Y era verdad, en cuanto la brisa comenzaba, el junco hacía las reverencias más graciosas."Además tengo que reconocer que es demasiado casero" -continuaba- "y a mí me gusta viajar, y a mi compañero, por tanto, deberá gustarle viajar conmigo."
-"Te vendrías conmigo" -le preguntó al fin, pero el junco. sacudió la cabeza,... ¡se sentía tan ligado a su hogar!
"¡Te has estado burlando de mí!" –gritó la golondrina-. "Me marcho a las Pirámides, ¡adiós!" -y echó a volar.
Voló durante todo el día, y ya de noche llegó a la ciudad. -"Dónde me alojaré" -se preguntó-. "Espero que la ciudad haya preparado algún lugar para mí."
Entonces divisó la gran columna, -"Me cobijaré allá" -gorjeó-. "Es un magnífico lugar con bastante aire fresco." -Y así, se detuvo justamente entre los dos pies del Príncipe Feliz.
-"Tengo una habitación dorada" -se dijo quedamente después de mirar en torno suyo y preparándose a dormir; pero en el momento en que iba a poner la cabeza bajo el ala, una gran gota de agua le cayó encima-.
"¡Qué raro!"-exclamó- "no hay una sola nube en el cielo, las estrellas se ven claras y brillantes, y sin embargo está lloviendo. El clima en el norte de Europa es verdaderamente terrible. Al junco le gustaba la
lluvia, pero eso no era más que puro egoísmo."
Entonces le cayó otra gota. -"De qué me sirve una estatua, si no me protege de la lluvia" -dijo la golondrina-. "Voy a buscar el copete de una chimenea", y ya iba a emprender el vuelo pero antes de que hubiese desplegado las alas, le cayó encima una tercera gota.
Entonces miró hacia arriba y vio... ¡Ah!, ¿qué es lo que vio?
Los ojos del príncipe estaban bañados en lágrimas, y las lágrimas corrían por sus mejillas doradas. Su cara era tan hermosa bajo la luz de la luna que la pequeña golondrina se sintió llena de lástima. -'¿Quién eres?" -le preguntó. -"Soy el Príncipe Feliz".
-"Entonces; ¿por qué lloras?" -dijo la golondrina-, "me has empapado."
-"Cuando estaba vivo, y tenía un corazón humano" -contestó la estatua-, "no sabía lo que eran las lágrimas, porque vivía en el Palacio de Sans-Souci, donde a la tristeza no se le permite entrar. Durante el
día jugaba con mis amigos en el jardín, y en la noche yo dirigía las danzas en el Gran Salón.
"Alrededor del jardín se alzaba una tapia altísima, pero nunca me preocupé por preguntar lo que se encontraba tras ella; todo lo que me rodeaba era tan bello. Mis cortesanos me llamaban El Príncipe Feliz, y en realidad lo era, si es que el placer es la felicidad. Así viví, y así morí. Y ahora que estoy muerto me han colocado a tal altura, que puedo ver toda la fealdad y toda la miseria de mi ciudad, y aunque mi corazón ahora es de plomo, no me queda más remedio que llorar."
-"Pues qué, ¿no está hecho de oro macizo?" -se dijo para sí la golondrina, pues era muy cortés para hacer observaciones en voz alta.
-"Allá lejos" --continuó la estatua en voz baja y melódica-, "allá lejos, en una callejuela, hay una casa muy pobre. Una de las ventanas permanece abierta, y por ella puedo ver una mujer sentada ante una mesa. Su cara se ve demacrada y triste, tiene manos toscas y enrojecidas, y las yemas de sus dedos picadas por la aguja, porque es costurera. Está bordando pasionarias en un vestido de seda que deberá lucir la más encantadora de las damas de honor de la reina, en el próximo gran baile de la Corte. Sobre una cama, en un rincón del mismo cuarto, yace su pequeño hijo enfermo, con fiebre, y pide naranjas. Su madre no tiene nada para darle, más que el agua del río; y por eso el pequeño llora. Golondrina, golondrina, golondrinita,
¿no quisieras llevarle el rubí del puño de mi espada? Mis pies están sujetos a este pedestal, y no puedo moverme.
-"Me están esperando en Egipto" -contestó la golondrina-. Mis compañeras ya vuelan de aquí para allá sobre el Nilo, y hablan con los grandes lotos. Pronto se recogerán a dormir en la tumba del Gran Rey.
El Rey está allí mismo dentro de su sarcófago pintado. Envuelto en bandas de lino amarillo y embalsamado con especies. Tiene puesto un collar de jades verde pálido, alrededor del cuello, y sus manos son como hojas marchitas."
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -dijo el príncipe- "¿No podrías quedarte conmigo una noche más, y ser mi mensajera?-¡El niño tiene tanta sed, y su madre está tan triste!"
-"No creo que me gusten los niños" -contestó la golondrina-. "El año pasado cuando estaba en el río, andaban por allí dos muchachos groseros, hijos del molinero, y que siempre me tiraban piedras. Nunca
llegaron a alcanzarme, por supuesto; nosotras las golondrinas volamos demasiado bien, y además yo procedo de una familia famosa por su agilidad; pero aun así, eso no dejaba de demostrar una gran falta de
respeto".
Pero El Príncipe Feliz se veía tan triste, que la pequeña golondrina se sintió compadecida.
-"Aquí hace mucho frío" -dijo al fin- "pero me quedaré contigo por una noche y seré tu mensajera."
-"Gracias golondrinita" -contestó el Príncipe.
Entonces la golondrina arrancó el gran rubí del puño de la espada del Príncipe, y llevándolo en el pico, voló sobre los techos de la ciudad.
Pasó sobre la torre de la catedral, donde estaban esculpidos unos ángeles en mármol blanco. Cruzó cerca del palacio y oyó la música del baile. Una preciosa joven se asomó al balcón junto a su novio.
-"¡Qué maravillosas son las estrellas!" -dijo él a la muchacha- ¡y también qué asombroso el poder del amor!"
-"Espero que mi vestido esté terminado a tiempo para el baile oficial" -respondió ella-. "He mandado bordar en él, pasionarias; pero las costureras son tan perezosas..."
La golondrina pasó por encima del río, y vio la luz de los fanales colgados en los mástiles de los barcos. Voló sobre el Ghetto, y vio a los viejos judíos, negociando entre sí, y pesando el dinero en balanzas de cobre. Por fin llegó a la pobre vivienda, y miró dentro. El niño se agitaba febrilmente en su camastro, y la madre se había dormido... ¡estaba tan cansada! ... Se deslizó rauda en la habitación, y depositó el gran rubí sobre la mesa, junto al dedal de la costurera. Entonces, graciosamente, revoloteó alrededor de la cama, abanicando con sus alas la frente del niño.
-"¡Qué fresco siento!" -exclamó el niño- "debo estar mejorando", y se sumergió en un sueño delicioso.
Entonces la golondrina regresó volando hacia el Príncipe Feliz, y le narró lo que había hecho. "Es curioso, comentó, pero ahora me siento con bastante calor, a pesar de estar haciendo tanto frío."
-"Es porque has realizado una buena acción" -dijo el Príncipe. La golondrinita comenzó a reflexionar, y se quedó dormida. El pensar siempre le daba sueño. Cuando empezaba a amanecer bajó volando al río y se bañó. -'¡Qué fenómeno más notable!" -dijo el profesor de ornitología, al pasar por el puente- "¡Una golondrina en invierno!"
Y escribió sobre este asunto una larga carta al periódico local. Todos la citaban y hablaron de ella, ¡estaba llena de tantas palabras que no alcanzaban a entender! ...
-"Esta noche parto para Egipto" -dijo la golondrina, sintiéndose entusiasmada con esta perspectiva.
Visitó todos los monumentos públicos, y estuvo descansando largo rato en la cúspide del campanario. Donde quiera que fuese, los gorriones gorjeaban y se decían unos a otros:
-"Que forastera tan distinguida".
Y se sentía muy contenta y halagada al oírlo.
Cuando salió la luna, voló de regreso al Príncipe Feliz.
-"¿No tienes ningún encargo para Egipto?" -le gritó-. "Ya me voy"
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -contestó el Príncipe-. "¿No podrías quedarte conmigo una noche más?"
-"Me esperan en Egipto" -fue la respuesta-. "Mañana mis compañeras volarán a la segunda catarata. Allí el hipopótamo descansa -sobre los juncos y el dios Memnón reposa sobre su gran trono de granito, vigilando las estrellas durante toda la noche, y cuando surge brillante la estrella matutina, lanza un gran grito de alegría, y vuelve a quedar silencioso. A medio día los leones amarillos se acercan a las orillas para beber. Tienen ojos como aguamarinas verdes, y su rugido domina al de las cataratas."
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -dijo el Príncipe-. "Lejos, más allá de la ciudad, veo a un joven en una buhardilla. Está inclinado sobre su mesa llena de papeles, y enfrente tiene un vaso con un ramito de violetas marchitas. Su cabello es castaño y rizado, sus labios rojos como granos de granada; y los ojos son hermosos y soñadores. Está tratando de concluir una obra para el director del teatro; pero tiene un frío tan terrible que ya no puede escribir más. No hay fuego en la habitación, y el hambre ha hecho que se desmaye."
-"Esperaré una noche más y me quedaré contigo" -contestó la golondrina, que en verdad tenía muy buen corazón-. "¿Le llevaré otro rubí?"
-"¡Ay, ya no tengo rubí!" -dijo el Príncipe-. "Mis ojos son todo lo que me queda. Están hechos con zafiros rarísimos, que fueron traídos de la India, hace mil años. Sácame uno, y llévaselo a él. Lo venderá a un joyero, y comprará leña, y podrá terminar su obra.
-"Querido Príncipe" -replicó la golondrina- "no puedo hacer eso" -y comenzó a llorar.
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -insistió el Príncipe-. "Haz lo que te ordeno".
Así pues, la golondrina le sacó un ojo al Príncipe, y voló llevándolo hasta la buhardilla del estudiante. Fue fácil entrar, pues había un agujero en el techo. Penetró por él como una flecha, a la habitación.
El joven tenía la cabeza hundida entre las manos. No pudo percatarse del aleteo del pájaro, y cuando levantó la cabeza, descubrió el hermoso zafiro descansando sobre las violetas marchitas.
-"Empiezo a ser apreciado" -exclamó-. "Esto debe venir de algún gran admirador. Ahora puedo terminar mi obra"-. Estaba verdaderamente dichoso.
Al día siguiente la golondrina voló hacia el puerto. Se detuvo en el mástil de un gran barco, mirando a los marineros que sacaban grandes cajas de la cala, tirando de gruesas cuerdas.
-"¡Arriba, iza!" -gritaban según salía cada caja.
-"¡Yo voy para Egipto!" -gritó la golondrina; pero nadie le hizo caso; y cuando se levantó la luna, regresó de nuevo al Príncipe Feliz, volando.
-"He vuelto para despedirme de ti, para decirte adiós.
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -contestó el Príncipe-. "¿No te quedarías una noche más conmigo?"
-"Ya es invierno" -dijo la golondrina- "y la helada nieve pronto llegará. En Egipto el sol es caliente sobre las palmeras verdes, y los cocodrilos descansan en el lodazal y miran perezosos a su alrededor. Mis compañeras están construyendo sus nidos en el templo de Baalbec, y las palomas blancas y rosadas las vigilan, arrullándose entre sí. Querido Príncipe, tengo que abandonarte, pero nunca te podré olvidar, y en la próxima primavera, te traeré dos magníficas piedras preciosas, en lugar de las que has regalado. El rubí será más rojo que una rosa, y el zafiro será tan azul como el ancho mar".
-"Allá abajo, en la plaza" -siguió diciendo el Príncipe Feliz- "está en pie una niña vendedora de cerillos. Se le han caído todos los cerillos al arroyo, y ya no sirven. Su padre la maltratará, le pegará, si no trae algo de dinero a la casa, y por eso llora. No tiene ni zapatos ni medias, y su cabeza está descubierta. Sácame el otro ojo, dáselo, y su padre no le pegará".
-"Me quedaré una noche más contigo" -respondió la golondrina-, "pero no puedo sacarte el otro ojo. Te quedarás completamente ciego".
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -dijo el Príncipe-. "Haz lo que te mando."
Así las cosas, le sacó el otro ojo, y lo llevó consigo, descendiendo y pasando junto a la pequeña vendedora de cerillos, le deslizó la gema en la palma de la mano.
- "Qué precioso vidrio" -gritó la niña-. Y corrió riendo hacia su casa.
Entonces la golondrina volvió al Príncipe.
-"Ahora estás ciego" -dijo-. "Así es que me quedaré para siempre contigo."
-"No, golondrinita" -replicó el pobre Príncipe-. "Debes irte a Egipto."
-"Me quedaré para siempre a tu lado" -dijo la golondrina. Y se durmió a los pies del Príncipe.
Todo el día siguiente lo pasó sobre el hombro del Príncipe, y le contó muchas cosas de todo lo que había visto en países extraños. Le habló de los ibis rojos, que permanecen inmóviles en largas hileras a orillas del Nilo, y pescan peces dorados, con sus largos picos. De la Esfinge, que es tan antigua como el mundo, que vive en el desierto, y todo lo sabe. De los mercaderes, que caminan despacio al lado de sus camellos, y van pasando las cuentas de ámbar de los rosarios entre sus dedos. Le hizo relatos del rey de las montañas de la luna, que es tan negro como el ébano y que adora un gran bloque de cristal. También le describió la enorme serpiente verde que duerme enroscada en una palmera, y tiene veinte sacerdotes que la alimentan con
pastelillos de miel. Y también le dijo de los pigmeos que navegan por un gran lago, sobre anchísimas hojas planas, y que siempre está en guerra con las mariposas.
-"Querida golondrinita" -dijo el Príncipe- "me cuentas cosas maravillosas, pero más maravilloso que todo eso, es el sufrimiento de hombres y mujeres. No existe misterio más grande que el de la miseria. Vuela sobre mi ciudad, golondrinita, y dime lo que ves en ella".
Entonces la golondrina voló sobre la gran ciudad; y pudo ver a los ricos holgar dichosos en sus hermosas mansiones, mientras los mendigos se sentaban a sus puertas. Voló a través de barriadas sombrías, y contempló las caras lívidas de niños hambrientos mirando inmóviles hacia las calles en tinieblas. Bajo uno de los arcos de un puente, dos pequeños dormían abrazados tratando de calentarse uno al otro.
-"Tenemos mucha hambre" -decían.
-"¡Aquí no se puede estar tumbado!" -gritó el vigilante.
Y se alejaron bajo la lluvia. Entonces regresó al Príncipe volando, y le dijo todo lo que había visto.
-"Estoy cubierto de oro fino -dijo el Príncipe- me lo debes quitar, hoja por hoja, y darlo a mis pobres; los hombres creen siempre que el oro puede hacerlos felices.
Hoja tras hoja de oro fino arrancó la golondrina, hasta que el Príncipe Feliz se quedó gris y deslucido. Hoja tras hoja de oro fino llevó la golondrina a los pobres, y las caras de los niños se fueron tornando rosadas, y reían y jugaban en las calles, y exclamaban alegremente: "¡Ahora tenemos pan!"
Y entonces llegó la nieve, y después de la nieve vino la helada. Las calles parecían cubiertas de plata, ¡eran tan brillantes y pulidas!...; grandes témpanos como dagas de cristal colgaban de los aleros de las
casas, toda la gente iba envuelta en pieles, y los niños llevaban gorros rojos y patinaban sobre el hielo.
La pobre golondrinita tenía frío, cada vez más frío, pero no quería abandonar al Príncipe; ¡era muy grande su amor por él! Picoteaba las migajas en la puerta de la panadería, cuando su dueño no se daba
cuenta y trataba de calentarse, batiendo sus alas.
Pero al fin comprendió que iba a morir. Tuvo suficientes fuerzas para volar de nuevo hasta el hombro del Príncipe.
-"Adiós, querido Príncipe" -murmuró-. "¿Me permites besar tu mano?"
-"Me alegra que puedas por fin regresar a Egipto, golondrinita" -contestó el Príncipe-. "Ya has estado demasiado tiempo aquí; pero tienes que besarme en los labios, porque te amo."
-"No es a Egipto a donde voy" -dijo la golondrina-. "Voy a la Casa de la Muerte. La Muerte es la hermana del sueño, ¿no es verdad?"
Y besó al Príncipe Feliz en los labios. Y cayó muerta a sus pies. En ese momento un sonido extraño se oyó en el interior de la estatua, como si algo se hubiese quebrado. El hecho es que el corazón de plomo se había partido en dos. Estaba cayendo una terrible helada.
A la mañana siguiente, el Alcalde paseaba abajo, en la plaza, acompañado por los regidores de la ciudad. Al pasar junto a la columna, miraron hacia la estatua:
-"¡Válgame Dios!" -exclamó-. "¡Qué desaliñado se ve el Príncipe Feliz!"
-"¡De veras, qué andrajoso!" -añadieron los regidores de la ciudad, que siempre estaban de acuerdo con el Alcalde; y se acercaron y subieron a examinarla.
-"El rubí se ha caído del puño de su espada, los ojos han desaparecido, y ya no tiene nada de oro encima" -dijo el Alcalde-. "En verdad casi no se diferencia de un mendigo."
-"No se diferencia de un mendigo" -repitieron los regidores de la ciudad.
-"¡Y aquí se encuentra un pajarillo muerto a sus pies!" -continuó el Alcalde.
-"Debemos promulgar un bando, prohibiendo que los pájaros mueran aquí."
Y el Alguacil de la ciudad tomó nota de esta iniciativa.
Así fue como bajaron la estatua del Príncipe Feliz. "Ya que habiendo dejado de ser hermoso, ya tampoco era útil"; dijo el Profesor de Arte de la Universidad.
Entonces fundieron la estatua en un gran horno, y el Alcalde convocó a una reunión para decidir lo que debería hacerse con el metal.
-"Tendremos que levantar otra estatua, por supuesto" -y añadió-. "Y, por ejemplo, podría ser una estatua mía."
-"O la mía" -repitieron cada uno de los regidores.
Y comenzaron a discutir. La última vez que supe algo de ellos, fue que todavía estaban discutiendo.
-"¡Qué cosa más rara!" -dijo el maestro de fundidores-. "Este roto corazón de plomo, no se puede fundir en el horno. Lo tenemos que tirar."
Y lo tiraron sobre un montón de cenizas donde también se encontraba la golondrina muerta.
-"Tráeme las dos cosas más preciosas de toda la ciudad" -dijo Dios a uno de sus ángeles; y el ángel le trajo el corazón de plomo y el pajarillo muerto.
-"Escogiste bien" -dijo Dios-. "Por que en mi Jardín del Paraíso este pajarillo cantará eternamente, y en mi ciudad de oro, el Príncipe Feliz me alabará."
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lunes, 21 de octubre de 2013

Poesía Hindú: Rabindranath Tagore


GITANJALI

( Fragmentos )



INo te atormentes por su corazón,
corazón mío;
déjalo en la oscuridad.
¿Qué se yo si su belleza es sólo de su cuerpo,
y su sonrisa sólo de su cara?
Déjame
aceptar sin preguntas este sencillo sentido de sus miradas, y ser así feliz.
II
Igual me da si es un manto de ilusión
el que sus brazos tejen alrededor de mí,
porque el manto es rico y raro;
y al engaño se le puede sonreír,
y olvidarlo.

III
No te atormentes por su corazón, corazón mío;
conténtate si la música es verdadera,
aunque no se pueda fiar en la palabra;
disfruta de la gracia que danza,
como un lirio,
sobre la mentirosa
superficie ondeante,
y sea lo que fuere de lo que vive allá en el fondo.
IV
Deseaste mi amor, y, sin embargo, no me amabas.
Por eso mi vida se cuelga de ti como una cadena,
que te grita y se te aferra, más dura
cuanto más luchas por ser libre.

V
Mi desesperación ha llegado a ser tu compañera mortal,
y se agarra al más leve de tus favores,
pretendiendo arrastrarte hasta la caverna de las lágrimas.
Has destrozado mi libertad,
y, con su ruina, te has fabricado tu propia prisión.
VI
No supe lo que hacía un momento y vine.
Pero alza tus ojos
que yo vea si queda aún alguna sombra de los días pasados,
una pálida nube, ya sin lluvia, en el horizonte.
Sopórtame un momento¡ aunque yo no sepa lo que hago.
VII
Las rosas están todavía en capullo,
y no saben aún cómo descuidamos coger flores este verano.
La estrella de la mañana tiene todavía el mismo silencio palpitante;
la luz primera está enredada aún en las enredaderas que cuelgan de mi ventana,
como en aquellos días pasados.
Olvidé un momento que todo había cambiado,
y vine.

VIII
Olvidé si tú me avergonzaste alguna vez, volviéndome
tu cara cuando yo te desnudaba mi corazón.
Sólo recuerdo las palabras que tropezaron en el temblor de tus labios;
las sombras de arrebatada pasión de tus ojos oscuros, como las alas
de un pájaro que busca su nido en el crepúsculo.
Olvidé que tú te acordabas, y vine.


IX
Esta mañana mi despertar fue dichoso, porque vi a mi amor.
El cielo era una sola alegría, y mi vida y mi juventud se consumaron.
Hoy mi casa es de verdad mi casa, y mi cuerpo mi cuerpo.
La suerte me ha sido amiga, y mis dudas se disipan.
¡Pájaros, cantad vuestra canción mejor!
¡Luna, derrama tu luz más bella!
¡Dispara, a millones, tus flechas, dios del amor!

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Sitio consultadohttp://www.oshogulaab.com/MISCELANEA/GITANJALI.htm
consultar dicho sitio por más poemas de R. Tagore

sábado, 28 de septiembre de 2013

POESÍA HINDÚ: RABINDRANATH TAGORE

Fragmento del libro "El Jardinero" de Rabindranath Tagore
6
El pájaro preso vivía en una jaula, y el pájaro libre en el bosque.
Se encontraron por azar. El pájaro libre grita: "Amor mío, volemos hacia el bosque".
El pájaro preso murmura: "Ven aquí, vivamos juntos en la jaula".
"Entre estos barrotes, ¿podré extender mis alas?" dice el pájaro libre. "Ay, lamenta el prisionero, yo no sabría posarme en el cielo".
"Amor mío, ven conmigo a cantar las canciones del bosque". "Quédate junto a mí. Te enseñaré una música muy hermosa".
El pájaro del bosque replica: "No, no. No se pueden enseñar las canciones".
El pájaro enjaulado dice: "Ay, yo no conozco los cantos de los bosques".
Tienen sed de amor, pero no pueden volar ala con ala.
Se miran a través de los barrotes de la jaula, pero su deseo es inútil.
Aletean y cantan: "Acércate más, amor mío".
El pájaro libre grita: "No puedo, las puertas cerradas de tu jaula me dan miedo".
"Ay, dice el cautivo, mis alas no tienen fuerza, han muerto".

Poema: En Mi Cielo Al Crepúsculo 

Paráfrasis del poema 30 de “El jardinero”
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eras mía, eres mía, mujer de labios dulces
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios,
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.

               Poema El Último Trato 

Una mañana iba yo por la pedregosa carretera,
cuando espada en mano, llegó el Rey en su carroza.
“¡Me vendo!”, grité. el Rey me cogió de la mano y me dijo:
“Soy poderoso, puedo comprarte.” Pero de nada le valió su poderío
y se volvió sin mí en su carroza.
Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía
y yo vagaba por el callejón retorcido
cuando un viejo cargado con un saco de oro me salió al encuentro.
Dudó un momento, y me dijo: “Soy rico, puedo comprarte.”
Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda y me fui.
Anochecía y el seto del jardín estaba todo en flor.
Una muchacha gentil apareció delante de mí, y me dijo:
“Te compro con mi sonrisa.” Pero su sonrisa palideció
y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra.
El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente.
Un niño estaba sentado en la playa jugando con las conchas.
Levantó la cabeza y, como si me conociera, me dijo:
“Puedo comprarte con nada.” Desde que hice este trato jugando, soy libre.
                            >>>>>***<<<<<
BIOGRAFÍA DEL AUTOR:  Rabindranath Tagore (1861-1941)
Famoso poeta hindú, autor de "El cartero del rey", "A cuatro voces","El jardinero", "Pájaros perdidos","Regalo de amante", "Himno a la paz" y otros títulos. Sus obras le valieron rnombre universal y el premio Nobel de Literatura en 1913.
Entre sus obras se cuentan también novelas y de teatro.-

Sitios consultados: www.bibliotecasvirtuales.com  ; www.poemasde.net

POEMA DE “EL JARDÍN”
DE RABINDRANATH TAGORE
XL
Una sonrisa incrédula revolotea en tus ojos cuando vengo a decirte adiós.
Me he despedido tantas veces que estás segura de que pronto volveré.
Debo confesarlo, también yo lo creo.
Porque los días de la primavera vuelven año tras año; la luna nos abandona para visitarnos de nuevo; las flores renacen en las ramas. Es probable que también mi adiós sea solamente un hasta pronto.
Pero conserva un instante la ilusión. No la apartes con tan violenta rapidez.
Cuando te digo que me voy para siempre cree en mis palabras, y que una neblina de lágrimas vele un instante la oscura profundidad de tus ojos.
Luego, cuando vuelva, sonríe maliciosamente cuanto quieras.

DE “LA LUNA NUEVA” del mismo autor:
“EL REGALO”
Quiero hacerte un regalo, hijo mío, pues la vida nos arrastra a la deriva.
El destino nos separará, y nuestro amor será olvidado.
Ya sé que sería demasiada ingenuidad creer que puedo comprar tu corazón con mis regalos.
Tu vida es aun joven, tu camino largo. Bebes de un sorbo la ternura que te ofrecemos, luego te vuelves y te vas de nuestro lado.
Tienes tus juegos y tus compañeros, y comprendo que no nos dediques ni tu tiempo ni tus pensamientos.
Pero a nosotros la vejez nos da la ocasión de recordar los días pasados, de reencontrar en nuestro corazón lo que nuestras manos perdieron para siempre.

El río corre rápidamente y rompe, cantando, todos los obstáculos que se le presentan. Pero la montaña inmóvil lo ve pasar con amor y guarda su recuerdo.

lunes, 17 de junio de 2013

He leído..."La trilogía de Nueva York" un libro de Paul Auster


“La habitación cerrada”   autor Paul Auster

Es una de las tres  novelas que conforman su libro “La trilogía de Nueva York”

 
 
El personaje es detective en las tres, escribe en primera persona. E n “La habitación  cerrada” el personaje es, además de detective, escritor.

La primera novela se titula”Ciudad de Cristal.”, la segunda” Fantasmas”   y la tercera se titula: “La habitación cerrada” , para mi gusto  la más amena de las tre,  por eso transcribo  algunos párrafos:

No me andaré con rodeos respecto a lo que planeaba hacer. Estuvo claro para mi desde el principio y me metí en ello con propósito de engaño. El libro era una obra de ficción. Aunque se basara en hechos reales, no podía contar más que mentiras. Firmé el contrato y después me sentí como un hombre  que ha vendido su alma.

Vagabundeé mentalmente durante varias semanas, buscando la manera de empezar.  Toda vida es inexplicable, me repetía. Por muchos hechos que se cuenten, por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá, que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejó tras de sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer eso sustituímos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos entendemos  a nosotros mismos. Esto es una superchería. Existimos para nosotros mismos, quizá , y a veces incluso vislumbramos quienes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan, nos volvemos cada vez más opacos para nosotros mismos, más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la linde que lo separa de otro por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a sí mismo.

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Me proporcionaba placer sacarme nombres de la manga, inventar vidas que nunca habían existido, que nunca existirían. No era precisamente como crear los personajes de un relato, sino algo más grandioso, algo mucho más inquietante. Todo el mundo sabe que los relatos son imaginarios. Sea cual sea el efecto que puedan hacernos, sabemos que no son verdad, incluso cuando nos hablan de verdades más importantes que las que podemos encontrar en otra parte. Contrariamente a l que pasa con el narrador, yo le ofrecía mis creaciones directamente al mundo real, y por lo tanto me parecía posible que pudiesen afectar a ese mundo real de un modo real, que pudiesen finalmente convertirse en parte de la realidad misma. Ningún escritor podría pedir más.

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El barco no es más que una excusa, una arbitraria ajenidad, una forma de ponerse a prueba ante lo desconocido. Como en cualquier iniciación, la supervivencia misma es el triunfo. Lo que comienzan siendo posibles inconvenientes - sus estudios en Harvard, su educación de clase media- él lo convierte finalmente en su ventaja, y al término de su estancia en el buque le reconocen como el intelectual de la tripulación, ya no es únicamente "el chico", sino a veces también "el profesor", le piden que arbitre disputas (....) y le consultan con frecuencia como fuente de información de asuntos difíciles. Los miembros de la tripulación solicitan su ayuda para rellenar impresos burocráticos (.....) y algunos incluso le piden que les escriba cartas . La cuestión no es que Fanshawe se convierta en centro de atención, sino que logra encajar, encontrar su sitio. La verdadera prueba, después de todo, es ser como los demás. Una vez que eso sucede, ya no tiene que cuestionarse su singularidad. Se libera no sólo de los otros, sino de sí mismo. La prueba definitiva de esto, creo yo, es que cuando deja el barco no se despide de nadie. Deja el trabajo una noche en Charleston, recoge su paga de manos del capitán y luego simplemente desaparece. Dos semanas más tarde llega a París.

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Este libro de Ediciones ANAGRAMA lo he conseguido en la Biblioteca Popular "4 de Febrero"

domingo, 19 de mayo de 2013

He Leído...

EL GUARDIÁN ENTRE  EL CENTENO







Leí esta novela hace pocos días y me resultó muy entretenida. El personaje principal es un díscolo adolescente, expulsado de varios colegios, inconforme casi con todo y transgresor de muchas formas establecidas.

El título es una metáfora referente al juego del béisbol y por tanto no comprensible en forma directa para los lectores de habla española, mas el autor no permitió se usara otro título para las ediciones en nuestro idioma.

Lo leí porque oí que lo recomendaban en una emisora de radio de la Capital federal y ahora que lo he leído, lo recomiendo también.

Publicado hace cincuenta años puede decirse que su temática es muy actual.

El autor escribe con un estilo ágil y sorprende en cada página.

Autor:J.D. Salinger (estadounidense) Publicado en 1951

Sigue un par de pàrrafos de la novela:
"Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo cuando van entre el centeno, muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños, y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde del precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno"
"Lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo y así no tendría que hablar. Si querían decirme algo, tendrían que escribirlo en un papelito y enseñármelo. Al final se hartarían y ya no tendría que hablar el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre hombre y me dejarían en paz."

jueves, 18 de abril de 2013

ALEJANDRO FINZI presenta un nuevo libro


 Alejandro Finzi presenta su nuevo libro "Obra Reunida", en el que compila 18 de sus textos estrenados en países de América, Europa y África. La presentación será el domingo (21 de abril) en el Salón Azul  la Biblioteca de la UNCo (Universidad nacional del Comahue).
"De los 26 libros que publiqué, este tal vez sea el más importante para mi ", dijo el reconocido dramaturgo.

Entre las obras se cuentan: "Nocturno" (1981); "Viejos Hospitales"(1983) y "La isla  132"



La imagen que se reproduce fue tomada dl diario "La mañana Neuquén"en su edición del día 16 de abril de 2013

lunes, 15 de abril de 2013

HE LEÍDO ... ¿HAS LEÍDO?

"LA CAVERNA"  de

 JOSÉ SARAMAGO:


Premio Nobel de Literatura 1998, es uno de los escritores portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero.



La Caverna otra excelente novela: en la cual se refleja el gran cambio en la vida de los habitantes del mundo;  un trabajo que desaparece después de varias generaciones, alfarería; las formas de vida que van quedando en el olvido, las ofertas de nuevos productos y nuevas formas de tentar a los clientes. pero dentro de esa historia en la vida del alfarero y su familia, otras historias menores pero llenas de sentimiento y ternura, tal  es el relato intercalado,  sobre la adopción de un perro, que llega un día de lluvia a la casa del alfarero: el conocerse entre ellos, el decidir si se lo adopta, el trato, el acompañamiento mutuo y la tristeza  al tener que abandonarlo, aportan un condimento para el interés por este relato novelado.
Las reflexiones del autor, sabias y enriquecedoras como siempre aparecen en las obras de Saramago.
 La recomiendo a quienes aun no la hayan leído.


viernes, 22 de marzo de 2013

LAS ROSAS en la poesía de:

RAINER MARÍA RILKE
                               



III
Rosa, tú, oh cosa por excelencia completa

que se contiene en sí misma infinitamente

y que infinitamente se expande, oh cabeza

de un cuerpo ausente de tan suave,

nada te iguala, oh tú, suprema esencia

de este flotante ámbito;

de este espacio de amor en el que, apenas se avanza,

tu aroma nos envuelve.

IV
Nosotros fuimos, empero, quienes te propusimos

llenar tu cáliz.

Encantanda con ese artificio

tu abundancia lo había intentado.

Asaz rica para llegar a ser cien veces tú misma

en una sola flor;

es el estado de quien ama...

Pero nunca pensaste en otra cosa.
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                                                                     Rainer María Rilke

domingo, 17 de marzo de 2013

Las Rosas en la poesía de:

Rainer María Rilke




I

Si tu frescura a veces nos sorprende tanto,

dichosa rosa,

es que en ti misma, por dentro,

pétalo contra pétalo, descansas.

Conjunto bien despierto cuyo centro

duerme, mientras se tocan, innumerables,

las ternuras de ese corazón silencioso

que suben hasta la extrema boca.






II

Te veo, rosa, libro entreabierto,

que contiene tantas páginas

de dicha detallada

que nadie leerá nunca. Libro-mago

que se abre al viento y se puede leer

con los ojos cerrados...,

del que salen mariposas turbadas

por habérsele ocurrido las mismas ideas.

miércoles, 6 de marzo de 2013

POESÍA FRANCESA DE AUTORES CONSAGRADOS

El PUERTO                                          


Por CHARLES BAUDELAIRE



Un puerto es un lugar encantador para el alma fatigada de luchar por la vida.



La amplitud del cielo, la arquitectura movible de las nubes, las coloraciones



cambiantes del mar, el centelleo de los faros, son un prisma maravillosamente



apropiado para distraer los ojos, sin cansarlos jamás. Las formas esbeltas de los navíos,



de complicado aparejo, a los que el oleaje imprime oscilaciones armoniosas,



sirven para mantener en el alma la afición al ritmo y a la belleza. Y además,



y sobre todo, para el que no tiene ya ni curiosidad ni ambición, hay una especie



de placer misterioso y aristocrático en contemplar, tendido en un mirador o acodado



en el muelle, toda esa agitación de los que parten y de los que regresan, de los que



tienen aún fuerzas para querer, deseos de enriquecerse o de viajar.


                                                 Lago Lacar en S.M.de los Andes (Neuquén)Argentina

miércoles, 30 de enero de 2013

JOSÉ SARAMAGO



Fragmento de “La Caverna” Novela.

                                "Panes" acuarela sobre papel , obra del pintor argentino Juan Lascano

El alfarero paró la camioneta, bajó los cristales de un lado y de otro, y esperó que alguien viniese a robarle. No es raro que ciertas desesperaciones de espíritu, ciertos golpes de la vida empujen a la víctima a decisiones tan dramáticas como esta, cuando no peores.

……………………………….

Pasaron diez minutos sin que nadie se aproximase para cometer el ansiado latrocinio, un cuarto de hora se fue sin que ni siquiera un perro vagabundo hubiese subido hasta la carretera a orinar en una rueda y olisquear el contenido de la furgoneta, y ya iba vencida media hora cuando finalmente se aproximó un hombre sucio y mal encarado que preguntó al alfarero, Tiene algún problema, necesita ayuda, le doy un empujoncito, puede ser cosa de la batería. Ahora bien, si hasta incluso los ánimos más fuertes tienen momentos de irresistible debilidad, que es cuando el cuerpo no consigue comportarse con la reserva y discreción que el espíritu durante años le ha ido enseñando, no deberemos extrañarnos de que la oferta de auxilio, para colmo procedente de un hombre con toda la pinta de un asaltante habitual , hubiese tocado la fibra más sensible de Cipriano Algor hasta el punto de hacerle asomar una lágrima en el rabillo del ojo, No, muchas gracias, dijo, pero a continuación, cuando el obsequioso cirineo ya se apartaba, saltó de la furgoneta, corrió a abrir la puerta trasera, al mismo tiempo que llamaba, Eh, señor, eh, señor, venga aquí.

…………………………………..

El hombre vino y Cipriano Algor dijo, Tome esta media docena de platos, lléveselos a su mujer, es un regalo, y tome estos seis más, que son soperos, Pero yo no he hecho nada, dudó el hombre, No importa, es lo mismo que si hubiese hecho, y si necesita un botijo para el agua aquí tiene…………………………..

Obviamente, ni la visión más aguda sería capaz de notar diferencia alguna en la presión ejercida sobre los amortiguadores y los neumáticos de la furgoneta, en cuestión de peso, doce platos y un botijo de barro significan tanto en un vehículo de transporte, incluso de tamaño medio, como significarían en la feliz cabeza de una novia doce pétalos de rosa blanca y un pétalo de rosa roja.

No ha sido casualidad el hecho de que la palabra feliz apareciera ahí atrás, en realidad es lo mínimo que podemos decir de la expresión de Cipriano Algor, que, mirándolo ahora, nadie creería que sólo le han comprado la mitad de la carga que transportó al Centro.

………………………………………..