sábado, 27 de noviembre de 2010

"LA VENTANA ABIERTA" un cuento de SAKI

(Última entrega)


Framton se estremeció levemente y se volvió hacia la sobrina con una mirada que intentaba comunicar su compasiva comprensión. La niña tenía puesta la mirada en la ventana abierta y sus ojos brillaban de horror. Presa de un terror desconocido que helaba sus venas, Framton se volvió en su asiento y miró en la misma dirección.

En el oscuro crepúsculo tres figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana; cada una llevaba bajo el brazo una escopeta y una de ellas soportaba la carga adicional de un abrigo blanco puesto sobre los hombros. Los seguía un fatigado spaniel de color pardo. Silenciosamente se acercaron a la casa, y luego se oyó una voz joven y ronca que cantaba: "¿Dime, Bertie, por qué saltas?"

Framton agarró deprisa su bastón y su sombrero; la puerta de entrada, el sendero de grava y el portón, fueron etapas apenas percibidas de su intempestiva retirada. Un ciclista que iba por el camino tuvo que hacerse a un lado para evitar un choque inminente.

-Aquí estamos, querida -dijo el portador del impermeable blanco entrando por la ventana-: bastante embarrados, pero casi secos. ¿Quién era ese hombre que salió de golpe no bien aparecimos?

-Un hombre rarísimo, un tal señor Nuttel -dijo la señora Sappleton-; no hablaba de otra cosa que de sus enfermedades, y se fue disparado sin despedirse ni pedir disculpas al llegar ustedes. Cualquiera diría que había visto un fantasma.

-Supongo que ha sido a causa del spaniel -dijo tranquilamente la sobrina-; me contó que los perros le producen horror. Una vez lo persiguió una jauría de perros parias hasta un cementerio cerca del Ganges, y tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada, con esas bestias que gruñían y mostraban los colmillos y echaban espuma encima de él. Así cualquiera se vuelve pusilánime.

La fantasía sin previo aviso era su especialidad.

viernes, 26 de noviembre de 2010

"LA VENTANA ABIERTA" AUTOR : SAKI


(Tercera entrega)

La niña se estremeció. Fue un alivio para Framton cuando la tía irrumpió en el cuarto pidiendo mil disculpas por haberlo hecho esperar tanto.

-Espero que Vera haya sabido entretenerlo -dijo.

-Me ha contado cosas muy interesantes -respondió Framton.

-Espero que no le moleste la ventana abierta -dijo la señora Sappleton con animación-; mi marido y mis hermanos están cazando y volverán aquí directamente, y siempre suelen entrar por la ventana. No quiero pensar en el estado en que dejarán mis pobres alfombras después de haber andado cazando por la ciénaga. Tan típico de ustedes los hombres ¿no es verdad?

Siguió parloteando alegremente acerca de la caza y de que ya no abundan las aves, y acerca de las perspectivas que había de cazar patos en invierno. Para Framton, todo eso resultaba sencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado, pero sólo a medias exitoso, de desviar la conversación a un tema menos repulsivo; se daba cuenta de que su anfitriona no le otorgaba su entera atención, y su mirada se extraviaba constantemente en dirección a la ventana abierta y al jardín. Era por cierto una infortunada coincidencia venir de visita el día del trágico aniversario.

-Los médicos han estado de acuerdo en ordenarme completo reposo. Me han prohibido toda clase de agitación mental y de ejercicios físicos violentos -anunció Framton, que abrigaba la ilusión bastante difundida de suponer que personas totalmente desconocidas y relaciones casuales estaban ávidas de conocer los más íntimos detalles de nuestras dolencias y enfermedades, su causa y su remedio-. Con respecto a la dieta no se ponen de acuerdo.

-¿No? -dijo la señora Sappleton ahogando un bostezo a último momento. Súbitamente su expresión revelaba la atención más viva... pero no estaba dirigida a lo que Framton estaba diciendo.

-¡Por fin llegan! -exclamó-. Justo a tiempo para el té, y parece que se hubieran embarrado hasta los ojos, ¿no es verdad?
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                                                     CONTINUARÁ

jueves, 25 de noviembre de 2010

"La ventana Abierta" un cuento de Saki

(Segunda entrega.)

-¿Su tragedia? -preguntó Framton; en esta apacible campiña las tragedias parecían algo fuera de lugar.


-Usted se preguntará por qué dejamos esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín.

-Hace bastante calor para esta época del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?

-Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en una ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.

A esta altura del relato la voz de la niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana.

-Mi pobre tía sigue creyendo que volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los acompañaba, y que entrarán por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía, cuántas veces me habrá contado cómo salieron, su marido con el impermeable blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre "¿Bertie, por qué saltas?", porque sabía que esa canción la irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la ventana...
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                                                                   CONTINUARÁ

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La ventana abierta AUTOR :Saki

Primera entrega

-Mi tía bajará enseguida, señor Nuttel -dijo con mucho aplomo una señorita de quince años-; mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.

Framton Nuttel se esforzó por decir algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudó más que nunca que esta serie de visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad para la cura de reposo que se había propuesto.

-Sé lo que ocurrirá -le había dicho su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro rural-: te encerrarás no bien llegues y no hablarás con nadie y tus nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante simpáticas.

Framton se preguntó si la señora Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación, podía ser clasificada entre las simpáticas.

-¿Conoce a muchas personas aquí? -preguntó la sobrina, cuando consideró que ya había habido entre ellos suficiente comunicación silenciosa.

-Casi nadie -dijo Framton-. Mi hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro años, y me dio cartas de presentación para algunas personas del lugar.

Hizo esta última declaración en un tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.

-Entonces no sabe prácticamente nada acerca de mi tía -prosiguió la aplomada señorita.

-Sólo su nombre y su dirección -admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o sería viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.

-Su gran tragedia ocurrió hace tres años -dijo la niña-; es decir, después que se fue su hermana.
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...................................................CONTINUARÁ.............................................................................


Saki (Hector Hugh Munro) (1870-1916)


(1870-1916)

Macabro, ácido y divertido, a través de sus cuentos cortos, desarrolló la sátira social. Aunque nació en Birmania, a consecuencia de la muerte de su madre, fue criado en Inglaterra por su abuela y un par de tías solteronas, ignorantes y crueles que se encargaron de educarlo con rigor y severidad.

Estudió humanidades, ciencias naturales, historia europea, varios idiomas, practicó deportes y luego de algunos viajes con su padre y hermanas, la familia se instaló en Davos (Suiza). Es entonces cuando decide, unirse a la policía birmana, pero enfermo de malaria, se ve obligado a regresar.

Hector Hugh Munro considera que debe viajar a Londres para "ganarse la vida escribiendo". Consigue trabajo como corresponsal de algunos diarios. Allí publica "The Rise of the Russian Empire", su primer libro.

En 1902, aparece su segundo libro, una parodia de "Alicia en el país de las maravillas" en la que realiza un análisis crítico de la política inglesa en la guerra de los boers. Con ese libro nace SAKI. Luego, vienen artículos periodísticos y monólogos que lo consolidan como escritor. Y sus libros de cuentos: "Reginald en Rusia" (1910) "El insoportable Bassintong" y "Las crónicas de Clovis" (1912), "Bestias y Super bestias", "Cuando vino Guillermo" (1914)... Pero en Europa empezó la guerra y Saki se enrola como voluntario.

Muere en el campo de batalla, en Francia.

Sus hermanos se encargan de publicar un par de obras después de su muerte: "Juguetes de Paz" (1919) y "El huevo cuadrado y otros bocetos" (1924)

miércoles, 10 de noviembre de 2010

“Las pequeñas memorias” JOSÉ SARAMAGO

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Muchos años después ,  con palabras de adulto que ya era, el adolescente escribría un poema sobre este río –humilde corriente de agua hoy contaminada y ma1oliente— en El que se bañó y por donde había navegado.

"Protopoema" lo llamó y así queda:




Del ovillo enmarañado de la memoria, de la oscuridad,

de los nudos ciegos, tiro de un hilo que me aparece Suelto.

Lo libero poco apoco,con miedo de que se deshaga entre mis dedos



Es un hilo largo, verde azul,con olor a cieno,

Y tiene la blandura caliente del lodo vivo.

Es un río.

Me corre entre las manos, ahora mojadas.

Toda el agua me pasa por entre las palmas

Abierta , y de pronto no sé si las aguas nacen

De mí o hacia mí fluyen.

Sigo tirando, no ya sólo memoria , sino el propio cuerpo del río.

Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los

Barcos y el cielo que los cubre y los altos

Chopos que lentamente se deslizan sobre la

Película luminosa de los ojos.

Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas

Como las llamadas imprecisas de la memoria.

Siento la fuerza de los brazos y la vara que los prolonga.

Al fondo del río y de mí, baja como un lento y firme latir del corazón.

Ahora el cielo está más cerca y cambió de color.

Y todo el es verde y sonoro porque de rama en

rama despierta el canto de las aves.

Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene,

Mi cuerpo dsnudo brilla bajo el sol, entre el

esplendor mayor que enciende la superficie delas aguas.

Allí se funden en una sola verdad los recuerdos

Confusos de la memoria y el bulto súbitamente

Anunciado del futuro.

Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a

Posarse callada sobre la proa rigurosa del barco.

Inmóvil , espero que toda el agua se bañe de azul

Y que las aves digan en las ramas por qué son

Altos los chopos y rumorosas sus hojas.

Entonces , cuerpo de barco y de río en la Dimensión

Del hombre, sigo adelante hasta el dorado

Remanso que las espadas verticales circundan ,

Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra

viva .

Habrá un gran silencio primordial cuando las

Manos se junten con las manos.

Después lo sabré todo.




Poesía de José Saramago, incluída en su liboro “Las Pequeñas Memorias”

La imaen de la estatua del autor fue tomada de:
verbiclara.nireblog.com/post/2009/06/03/en-az...

lunes, 1 de noviembre de 2010

Don Lino, incensado

Don Lino a sus setenta y tantos , había sido censado muchas veces , todas las que hubo censo y él había aprendido en la escuela que se hacían cada diez años por una ley del presidente Sarmiento.

El día de censo esra sagrado para don Lino, lo había sido desde pequeño, desde que en su casa se le daba tanta importancia a esas diligencias institucionales y desde que, también, sus maestras le habían dicho que quien no era registrado en un censo nacional era como si no existiera.

Así fue como decenio tras decenio el hombre había sido registrado por el agente censador, primero su crucesita era trazada en uno de los casilleros correspondiente a hijo; porque efectivamente era el terce hijo del matrimonio de su padre, Nicanor Guerrero. Años después, cuando formó pareja con la Teresa Giménez y tuvieron varios hijos, él pasó a ocupar el casillero del Jefe de Hogar. Años felices aquellos en que los dos vieron llegar a los hijos poblando el rancho y llenádolo de alegría. Claro que costaba mucho más parar la olla, pero igual eran mejores aquellos años pasdos.

Después las hijas y los hijos se fueron acollarando también con sus parejas y yéndose al pueblo algunos, a la ciudad otros y así el rancho se fue despoblando y quedaron solos otra vez Don Lino y la Teresa , como al principio, cuando él la había pedido como Dios manda y se habían ido a vivir a ese rancho que él mismo levantó con sus expertas y curtidas manos.

Dos años atrás Don Lino se quedó solo, cuando una gripe de las aves , terminó con la desgastada vida de la Teresa que mucho de su salud y de toda ella había dejado en darle hijos y despues criarlos y cuidarlos y trabajar a la paz del viejo toda una vida.

Y así fue como este año del bicentenario se levantó temprano, peparó el mate, ycomo el calorcito de la primavera ya se hacía notar, se sentó en la puerta del rancho a esperar; allí mismo bajo aquella enredadera que daba sombra y que había plantado la Teresa, con su ayuda por supuesto. Inevitablemente pensó que este censo lo encontraba solo como nunca había estado pero, alejó el pensamiento triste que quería filtrarse esa mañana de miércoles.

¿Acaso el Cacique, su galgo, también viejo no lo acompañaba?

Tomó una cebadura, alimentó las gallinas, al cacique, caminó hasta la tranquera mirando hacia el camino por donde debía aparece una polvareda que anunciara el vehículo que traía al censista. O el caballo, porque algunas veces y, según quien fuera el censista, supo aparecer a caballo. Eso sí, nunca faltaron. Años atrás la maestrita de la escuela del paraje se había venido a pie. Y don Lino naturalmente figuró en todas las encuestas censales.

A mediodía calentó el guiso que había quedado de la noche anterior, comió un poco y después se tiró un rato en el catre , uno de los catres de los hijos que había reemplazodo la cama matrimonial después que enviudara. Se levantó pronto y volvió a sentarse en el mismo lugar de siempre, afuera , mirando hacia el camino. Estaba muy extrañado y, pasada la media tarde, comenzó a preocuparse, Qué pasaría se el censista no venía; el ya no estaba en condiciones de montar el viejo caballo para ir hasta el pueblo y avisar a la autoridad. Tendría que esperar hasta que el mercachifle pasara , o la visita del agente sanitario, peo eso sería recién a mitad de la semana siguiente y a don Lino le preocupaba, porque …Su maestra, lo recordaba muy bien, les había dicho que el censo era como una fotografía del país, donde aparecía todo lo que en él había: personas y edificios en un determinado día. ¿Qué pasaría entonces si no lo censaban ese día?

Ya bien entrada la noche, no encendió la lámpara de kerosene, fue y se acostó…Pensó: ese criollo viejo que la institucionalidad que había respetado como a Dios, con esa religiosa creencia y tanta fé…lo había dejado fuera y que, para eso, sólo podía haber una razón: que él no existía.

El miércoles siguiente cuando Roberto, el agente sanitario, golpeó varias veces y finalmente ingresó a la casa viendo que el cacique estaba tristón echado junto a la puerta, lo encontró acostado en el pequeño catre , sin vida.