jueves, 14 de julio de 2011

Poetas Franceses

Paúl Verlaine







Aria de antaño






Lucen vagamente las teclas del piano


a la luz del suave crepúsculo rosa,


y bajo los finos dedos de su mano






un aire de antaño canta y se querella


en la diminuta cámara suntuosa


en donde palpitan los perfumes de Ella.






Un plácido ensueño mi espíritu mece


mientras que el teclado sus notas desgrana;


¿por qué me acaricia, por qué me enternece






esa canción dulce, llorosa e incierta


que apaciblemente muere en la ventana


a las tibias auras del jardín abierta...?



Jacques Prévert

Poemas


                                                PARA HACER EL RETRATO DE UN PÁJARO



Pintar primero una jaula

con la puerta abierta

pintar después algo bonito

algo simple, algo bello,

algo útil para el pájaro.

Apoyar después la tela contra un árbol

En un jardín en un soto

o en un bosque esconderse tras el árbol

Sin decir nada, sin moverse

A veces el pájaro llega enseguida

Pero puede tardar años

antes de decidirse.

No hay que desanimarse

Hay que esperar

Esperar si es necesario durante años

La celeridad o la tardanza

En la llegada del pájaro

No tiene nada que ver

Con la calidad del cuadro.

Cuando el pájaro llega, si llega

observar el más profundo silencio

esperar que el pájaro entre en la jaula

y una vez que haya entrado

cerrar suavemente la puerta con el pincel.



Después borrar uno a uno todos los barrotes

cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro.



Hacer acto seguido, el retrato del árbol,

escogiendo la rama más bella para el pájaro,

Pintar también el verde follaje

Y la frescura del viento,

El polvillo del sol

y el ruido de los bichos de la hierba en el calor estival

y después esperar

que el pájaro se decida a cantar.



Si el pájaro no canta, mala señal,

Señal de que el cuadro es malo,

Pero si canta es buena señal,

Señal de que podéis firmar.

Entonces arrancadle delicadamente

una pluma al pájaro

Y escribid vuestro nombre

En un ángulo del cuadro.




Arthur Rimbaud






FLORES





Desde una gradería de oro -entre los cordones

De seda, las gasas grises, los terciopelos verdes y los discos

De cristal que se oscurecen como el bronce

bajo el sol-, veo abrirse la digital sobre un tapiz

De filigranas de plata, de ojos y cabelleras.

Monedas de oro amarillo sembradas sobre el ágata,

Pilares de caoba que soportan una cúpula de esmeraldas,

manojos de rasos blancos y finas varas de rubí

Rodean la rosa de agua.

Semejantes a un dios con enormes ojos azules

Y con formas de nieve, el mar y el cielo atraen a las terrazas

De mármol la multitud de jóvenes y fuertes rosas.

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