viernes, 22 de marzo de 2013

LAS ROSAS en la poesía de:

RAINER MARÍA RILKE
                               



III
Rosa, tú, oh cosa por excelencia completa

que se contiene en sí misma infinitamente

y que infinitamente se expande, oh cabeza

de un cuerpo ausente de tan suave,

nada te iguala, oh tú, suprema esencia

de este flotante ámbito;

de este espacio de amor en el que, apenas se avanza,

tu aroma nos envuelve.

IV
Nosotros fuimos, empero, quienes te propusimos

llenar tu cáliz.

Encantanda con ese artificio

tu abundancia lo había intentado.

Asaz rica para llegar a ser cien veces tú misma

en una sola flor;

es el estado de quien ama...

Pero nunca pensaste en otra cosa.
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                                                                     Rainer María Rilke

domingo, 17 de marzo de 2013

Las Rosas en la poesía de:

Rainer María Rilke




I

Si tu frescura a veces nos sorprende tanto,

dichosa rosa,

es que en ti misma, por dentro,

pétalo contra pétalo, descansas.

Conjunto bien despierto cuyo centro

duerme, mientras se tocan, innumerables,

las ternuras de ese corazón silencioso

que suben hasta la extrema boca.






II

Te veo, rosa, libro entreabierto,

que contiene tantas páginas

de dicha detallada

que nadie leerá nunca. Libro-mago

que se abre al viento y se puede leer

con los ojos cerrados...,

del que salen mariposas turbadas

por habérsele ocurrido las mismas ideas.

miércoles, 6 de marzo de 2013

POESÍA FRANCESA DE AUTORES CONSAGRADOS

El PUERTO                                          


Por CHARLES BAUDELAIRE



Un puerto es un lugar encantador para el alma fatigada de luchar por la vida.



La amplitud del cielo, la arquitectura movible de las nubes, las coloraciones



cambiantes del mar, el centelleo de los faros, son un prisma maravillosamente



apropiado para distraer los ojos, sin cansarlos jamás. Las formas esbeltas de los navíos,



de complicado aparejo, a los que el oleaje imprime oscilaciones armoniosas,



sirven para mantener en el alma la afición al ritmo y a la belleza. Y además,



y sobre todo, para el que no tiene ya ni curiosidad ni ambición, hay una especie



de placer misterioso y aristocrático en contemplar, tendido en un mirador o acodado



en el muelle, toda esa agitación de los que parten y de los que regresan, de los que



tienen aún fuerzas para querer, deseos de enriquecerse o de viajar.


                                                 Lago Lacar en S.M.de los Andes (Neuquén)Argentina