jueves, 16 de febrero de 2012

MANUEL MUJICA LÁINEZ ( Manucho) 1910-1984

FRAGMENTO DEL CUENTO: "EL HOMBRECITO DEL AZULEJO"


El hombrecito del azulejo es un ser singular. Nació en Francia, en Desvres, departamento del Paso de Calais, y vino a Buenos Aires por equivocación. Sus manufactureros, los Fourmaintraux, no lo destinaban aquí, pero lo incluyeron por error dentro de uno de los cajones rotulados para la capital argentina, e hizo el viaje, embalado prolijamente el único distinto de los azulejos del lote. Los demás, los que ahora lo acompañan en el zócalo, son azules corno él, con dibujos geométricos estampados cuya tonalidad se deslíe hacia el blanco def centro lechoso, pero ninguno se honra con su diseño: el de un hombrecito azul, barbudo, con calzas antiguas, gorro de duende y un bastón en la mano derecha. Cuando el obrero que ornamentaba el zaguán porteño topó con él, lo dejó aparte, porque su presencia intrusa interrumpía el friso; mas luego le hizo falta un azulejo para completar y lo colocó en un extremo, junto a la historiada cancela que separa zaguán y patio, pensando que nadie lo descubriría. Y el tiempo transcurrió sin que ninguno notara que entre los baldosines había uno, disimulado por la penumbra de la galería, tan diverso. Entraban los lecheros, los pescadores, los vendedores de escobas y plumeros hechos por los indios pampas; depositaban en el suelo sus hondos canastos, y no se percataban del menudo extranjero del zócalo. Otras veces eran las señoronas de visita las que atravesaban el zaguán y tampoco lo veían, ni lo veían las chinas crinudas que pelaban la pava a la puerta aprovechando la hora en que el ama rezaba el rosario en la Iglesia de San Miguel. Hasta que un día la casa se vendió y entre sus nuevos habitantes hubo un niño, quien lo halló de inmediato.

Ese niño, ese Daniel a quien la Muerte atisba ahora desde el brocal, fue en seguida su amigo. Le apasionó el misterio del hombrecito del azulejo, de ese diminuto ser que tiene por dominio un cuadrado con diez centímetros por lado, y que sin duda vive ahí por razones muy extraordinarias y muy secretas. Le dio un nombre. Lo llamó Martinito, en recuerdo del gaucho don Martín que le regaló un petiso cuando estuvieron en la estancia de su tío materno, en Arrecifes, y que se le parece vagamente, pues lleva como él unos largos bigotes caídos y una barba en punta y hasta posee un bastón hecho con una rama de manzano.
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Obras:


“BOMARZO” escrita en tres años 650 páginas, cuenta la vida de Pier, un aristócrata. El autor dice que es su vida anterior. Traducida a los principales idiomas, por esta obra Italia le otrogó la “orden del Comendatore.

Con Bomarzo, inició un nuevo ciclo de obras eruditas y fantásticas en el molde de la novela histórica. Es una historia sobre el Renacimiento italiano narrada por un muerto, Pier Francesco Orsini, el noble jorobado que dio nombre a los famosos y extravagantes jardines italianos de Bomarzo. En esta novela puede asistirse a la coronación de Carlos I de España, a la batalla de Lepanto, pasando por las poco edificantes costumbres de Papas y personajes de la época y crímenes de copa y puñal. ( De Wikipedia donde se puede ncontrar más información)

Con esta obra el maestro Ginastera escribió una ópera del mismo nombre, estrenada en Nueva York y prohibida en nuestro país , por entonces bajo la dictadura de Onganía. Según dice el autor en un reportaje, esta circunstancia favoreció la difusión de la obra.  Y con humor, se lamenta que no lo prohibieran más a menudo.

Otras obras: “Canto a Buenos Aires” poesía

“Misteriosa Buenos Aires” ( son treinta cuentos) su libro más vendido.
“Aquí Vivieron” Cuentos; “El Unicornio”;“Crónicas reales” y “ De milagros y Melancolías” Son historias ficticias que según dijo en el reportaje, “son mi venganza de la historia…”

“SERGIO” definida por su autor como: “una muy bella novela “

Una saga de cuatro libros sobre la aristocracia de Buenos Aires: “Los Ídolos” “La casa”, “Los viajeros” e “Invitados en el paraíso” éste último libro es el primero donde aparecen personajes reales de Bs.As.

martes, 14 de febrero de 2012

POEMAS DE AMOR

Vergüenza

 
Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa

como la hierba a que bajó el rocío,

y desconocerán mi faz gloriosa

las altas cañas cuando baje al río.



Tengo vergüenza de mi boca triste

de mi voz rota y mis rodillas rudas;

ahora que me miraste y que viniste,

me encontré pobre y me palpé desnuda.



Ninguna piedra en el camino hallaste

más desnuda de luz la alborada

que esta mujer a la que levantaste,

porque oíste su canto, la mirada.

 

Yo callaré para que no conozcan

mi dicha los que pasan por el llano,

en el fulgor que da a mi frente tosca

y en la tremolación que hay en mi mano...



Es noche y baja a la hierba el rocío;

mírame largo y habla con ternura,

¡que ya mañana al descender al río

la que besaste llevará hermosura!



Gabriela Mistral (1889-1957)






Soñé que tú me llevabas



por una blanca vereda,


en medio del campo verde,


hacia el azul de las sierras,


hacia los montes azules,


una mañana serena.




Sentí tu mano en la mía,


tu mano de compañera,


tu voz de niña en mi oído


como una campana nueva,


como una campana virgen


de un alba de primavera.


¡Eran tu voz y tu mano,


en sueños, tan verdaderas!...


Vive, esperanza ¡quién sabe


lo que se traga la tierra!






Antonio Machado (1875-1839)

 
Árbol de mi alma (Fragmento)



Como un ave que cruza el aire claro,

siento hacia mi venir tu pensamiento

y acá en mi corazón hacer su nido.

Ábrase el alma en flor; tiemblan sus ramas

como los labios frescos de un mancebo

en su primer abrazo a la hermosura;

cuchichean las hojas; tal parecen

lenguaraces obreras y envidiosas,

a la doncella de casa rica

en preparar el tálamo ocupadas.

Ancho es mi corazón, y es todo tuyo.

Todo lo triste cabe en él, y todo

cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!

De hojas secas, y polvo, derruidas

ramas; lo limpio; bruño con cuidado

cada hoja, y en los tallos; de las flores

los gusanos y el pétalo comido

separo; creo el césped en contorno

y a recibirte, oh pájaro sin mancha,

apresto el corazón enajenado!


José Martí (1853-1895)

martes, 7 de febrero de 2012

CHARLES DICKENS



                                                                                                 El Personaje

HISTORIA DE LA VIDA Y HECHO DE DAVID COPPERFIELD

PRIMERA PARTE - CAPÍTULO PRIMERO

NAZCO
(fragmento)
Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para dar comienzo a mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.

Teniendo en cuenta el día y la hora de nacimiento, la enfermera y algunas comadronas del barrio (que tenían puesto un interés vital en mí varios meses antes de que pudiéramos conocernos personalmente) declararon: primero, que estaba predestinado a ser desgraciado en esta vida, y segundo, que gozaría del privilegio de ver fantasmas y espíritus. Según ellas, estos dones eran inevitablemente otorgados a todo niño (de un sexo o de otro) que tuviera la desgracia de nacer en viernes y a medianoche.

No hablaré ahora de la primera de las predicciones, pues esta historia demostrará si es cierta o falsa. Respecto a la segunda, sólo haré constar que, a no ser que tuviera este don en mi primera infancia, todavía lo estoy esperando. Y no es que me queje por haber sido defraudado, pues si alguien está disfrutando de él por equivocación, le agradeceré que lo conserve a su lado.

Nací envuelto en una membrana que se trató de vender, anunciándola en los periódicos, al módico precio de quince guineas. No sé si los marineros en aquella época tendrían poco dinero o si lo que tenían era poca fe y preferían cinturones de corcho; lo que sí sé es que sólo se presentó un comprador, comerciante, que ofrecía por ella dos libras en plata y el resto en jerez, negándose a pagar ni un céntimo más por la seguridad de no morir ahogado. Como la adquisición de los vinos no interesaba a mi pobre madre, pues acababa de vender los suyos, desistió de la venta, después de retirar los anuncios, que tuvo que pagar. Diez años más tarde mi membrana fue sacada a sorteo en nuestra aldea, al precio de media corona la papeleta y con la condición de que el agraciado con ella pagaría además cinco chelines. Yo estuve presente en el sorteo, y recuerdo que me sentía humillado y confuso de que dispusieran así de una parte de mi persona. Le tocó a una señora que llevaba un gran bolso de mano, del que sacó de muy mala gana los estipulados cinco chelines, todos en medios peniques, y además dio un penique de menos, no sirviendo de nada el tiempo que se perdió en explicaciones y demostraciones aritméticas, pues no lograron convencerla de ello. Y es un hecho, que todos recuerdan como sorprendente, que la señora no murió ahogada, sino triunfalmente en su lecho a los noventa y dos años de edad.

Tengo entendido que dicha señora, mientras tomaba el té, que era su ocupación favorita, solía vanagloriarse de no haber estado encima del agua mas que una vez en su vida, y eso pasando un puente, y que se indignaba mucho contra los marinos y demás personas que tienen el atrevimiento de vagabundear por esos mundos. En vano se le demostraba que muchas cosas buenas (el té entre ellas) se disfrutaban gracias a aquellas aficiones refutables. Ella replicaba cada vez con mayor energía y confianza en la fuerza de su razonamiento:
-No, no; nada de vagabundear.
Para no «vagabundear» yo tampoco, volveré al punto de mi nacimiento.

Nací en Bloonderstone, en Sooffolk, o « por ahí», como dicen en Escocia, y fui un niño póstumo. Los ojos de mi padre se cerraron a la luz de este mundo seis meses antes de que se abrieran los míos. Aún ahora supone algo extraño para mí el hecho de que nunca me llegara a ver; y todavía más extraño es el oscuro recuerdo que conservo de mi primer encuentro, siendo un niño, con la piedra blanca de su tumba en el cementerio; la indefinible compasión que sentía al recordarle allí tendido y solo en la noche oscura, mientras nuestra salita estaba caliente a iluminada por el fuego y las velas, y las puertas de la casa estaban cuidadosa y cruelmente (me parecía entonces) cerradas.
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                                                                  El Autor  (1.812-1.870)
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Fuente consultada: http://www.bibliotecasvirtuales.com/   donde se puede obtener mayor información y la obra completa.-