lunes, 31 de diciembre de 2018

AMADO NERVO, un exponente del Modernismo en la literatura española

AMADO NERVO ( Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo)



Otro centro literario, también de capital impotancia, surgió en México con la aparición de Amado Nervo (1870-1919). Nervo encarnó algunos de los aspectos esenciales del modernismo,  fue ítimo amigo de Darío en París donde también frecuentó a Leopoldo Lugones. 
Periodista en su juventud, la primer obra que publicó fue una novela:El bachiller. Significativamente, tituló Místicas a su primer volumen de poesías, en 1898, que anunciaba la tendencia predominante de su espíritu; en esa obra, influída por Verlaine, el misticismo apenas se hallaba en algo mas que en el título. En el mismo año publica Perlas negras y luego algunos otros libros donde se define su personalidad, muy dentro de la modalidad modrnista. Mas tarde, su religiosidad lo conduciría por nuevos senderos espiritualercaes y artísticos:su espíritu, como sus versos, se desnuda de lo postizo y ornamental, en busca de la verdad más profunda, del acento mas puro, y su afán espiritualista lo acerca a la teosofía y al budismo. Sus libros de versos se titulan entonces En voz baja, serenidad, Elevación y Plenitud. La amada inmóvil (1920), obra póstuma, a logrado alcanzar una gran popularidad. 
Yendo a sus poesías, quién no conserva en su memoria, por haberlas escuchado o leído, las estrofas del poema En paz:
                                        Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, 
                                        porque nunca me diste ni esperanza fallida, 
                                        ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; 

                                        porque veo al final de mi rudo camino 
                                        que yo fui el arquitecto de mi propio destino; 

                                        que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, 
                                         fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: 
                                         cuando planté rosales, coseché siempre rosas. 

                                          ...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: 
                                           ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! 

                                            Hallé sin duda largas las noches de mis penas; 
                                            mas no me prometiste tan sólo noches buenas; 
                                            y en cambio tuve algunas santamente serenas... 

                                            Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. 
                                            ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
             





Perlas negras VI
 Rindióme al fin el batallar continuo 
de la vida social; en la contienda, 
envidiaba la dicha del beduino 
que mora en libertad bajo su tienda. 

Hui del mundo a mi dolor extraño, 
llevaba el corazón triste y enfermo, 
y busqué, como Pablo el Ermitaño, 
la inalterable soledad del yermo. 

Allí moro, allí canto, de la vista 
del hombre huyendo, para el goce muerto, 
y bien puedo decir como el Bautista: 
¡Soy la voz del que clama en el desierto!
                                                                          Inmortalidad
No, no fue tan efímera la historia 
de nuestro amor: entre los folios tersos 
del libro virginal de tu memoria, 
como pétalo azul está la gloria 
doliente, noble y casta de mis versos. 

No puedes olvidarme: te condeno 
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido 
lo más alto en tu vida, lo más bueno; 
y sólo entre los légamos y el cieno 
surge el pálido loto del olvido. 

Me verás dondequiera: en el incierto 
anochecer, en la alborada rubia, 
y cuando hagas labor en el desierto 
corredor, mientras tiemblan en tu huerto 
los monótonos hilos de la lluvia. 

¡Y habrás de recordar! Esa es la herencia 
que te da mi dolor, que nada ensalma. 
¡Seré cumbre de luz en tu existencia, 
y un reproche inefable en tu conciencia 
y una estela inmortal dentro de tu alma!


viernes, 2 de noviembre de 2018

FRAGMENTOS LITERARIOS

Los fragmentos literarios que siguen pertenecen a un mismo autor; dos a una famosa novela y dos a sendos cuentos que son parte de la novela. ¿Quién reconoce las obras y su autor? 
1
Hoy ¡primer día de clase! ¡ Pasaron como un sueño aquellos tres meses de vacaciones consumidos en el campo! Mi madre me condujo esta mañana a la escuela para inscribirme en la tercera elemental. Recordaba el campo e iba de mala gana. Todas las calles que desembocaban cerca de la escuela hormigueaban de chiquillos; las dos librerías próximas estaban llenas de padres y madres que compraban carteras, cuadernos, cuartillas, plumas, lápices; en la puerta misma se agrupaba tanta gente, que el bedel, auxiliado de los guardias municipales, tuvo necesidad de poner orden. Al llegar a la puerta sentí un golpecito en el hombro; volví la cara; era mi antiguo maestro de la segunda, alegre, simpático, con su pelo rubio rizoso y encrespado, y que me dijo:
-          Y bien, Enrique: ¿es cierto que nos separamos para siempre?
Demasiado lo sabía yo; y, sin embargo, aquellas palabras me hicieron daño. Entramos por fin a empellones.
…………………………………….
¡Qué conmovedora escena presenciamos hoy en el paseo de las máscaras!, Concluyó bien, pero podía haber ocurrido una gran desgracia. En la plaza San Carlos, decorada toda ella con pabellones amarillos, rojos y blancos, se apiñaba numerosa multitud, cruzaban máscaras de todos colores, pasaban carros dorados llenos de banderas imitando colgaduras, teatros, barcos rebozando arlequines y guerreros, cocineros, marineros y pastorcillas; era una confusión tan grande, que no se sabía dónde mirar; un ruido de cornetas de cuernos y de platillos que rompía los oídos; las máscaras de los carros bebían y cantaban, apostrofando a la gente de a pie, a los de las ventanas, que respondían hasta desgañitarse y se tiraban con furia naranjas y dulces; y por encima de los carruajes y de las apreturas, hasta donde alcanzaba la vista, se veían ondear banderolas, brillar cascos refulgentes, tremolar penachos, agitarse cabezotas de cartón, cofias gigantescas, trompetas enormes, armas extravagantes, tambores, castañuelas, gorros rojos y botellas: todos parecían locos. |
2
Los días se sucedían tristes y monótonos, confundiéndose unos con otros en la memoria, como les sucede a los enfermos. Le parecía que hacía ya un año que estaba en el mar. Cada mañana, al despertar, experimentaba un nuevo estupor encontrándose allí solo, en medio de aquella inmensidad de agua, viajando hacia América.
Los hermosos peces voladores que caían a cada instante en el barco; aquellas admirables puestas de sol de los trópicos con esas inmensas nubes color de fuego y sangre; aquellas fosforescencias nocturnas, que hacían que todo el océano apareciera encendido como un mar de lava, no le hacían el efecto de cosas reales, sino más bien de fantasmas vistos en el sueño.
Hubo días de mal tiempo, durante los cuales permaneció encerrado continuamente en el camarote, donde todo bailaba y se caía, en medio de un coro espantoso de quejidos e imprecaciones, y creía que había llegado su última hora. Hubo otros días de mar tranquilo y amarillento, de calor insoportable e infinitamente aburridos; horas interminables y siniestras, durante las cuales los pasajeros, encerrados, tendidos inmóviles sobre las tablas, parecían muertos. Y el viaje no acababa nunca: mar y cielo, cielo y mar hoy como ayer, mañana como hoy, siempre, eternamente.
Y él se pasaba las horas apoyado en la borda y mirando aquel mar sin fin, aturdido, pensando vagamente en su madre hasta que los ojos se le cerraban y la cabeza se le caía, rendida por el sueño; y entonces volvía a ver aquella cara desconocida que lo miraba con aire de lástima y le repetía al oído: ¡Tu madre ha muerto!. Y aquella voz lo despertaba sobresaltado para volver a soñar con los ojos abiertos y mirando el inalterable horizonte.

3
-¿Estás herido? -dijo el capitán buscando con la vista a su teniente en las camas próximas.
-¡Qué quiere usted! -dijo el muchacho, a quien daba alientos para hablar la honra de estar herido por vez primera, sin lo cual no hubiera osado abrir la boca ante aquel capitán- corrí mucho con la cabeza baja; pero, aunque agachándome, me vieron en seguida. Hubiera llegado veinte minutos antes si no me alcanzan. Afortunadamente encontré pronto a un capitán de Estado Mayor, a quien di la esquela. Pero me costó gran trabajo bajar después de aquella caricia. Me moría de sed; temía no llegar ya; lloraba de rabia, pensando que cada minuto que tardaba se iba uno al otro mundo, allá arriba. Pero, en fin, he hecho lo que he podido. Estoy contento. ¡Pero mire usted, y dispense, mi capitán, que pierde usted sangre!
En efecto: de la palma de la mano del capitán, mal vendada, corría una gota de sangre.
-¿Quiere usted que le apriete la venda, mi capitán? Déme un momento.
El capitán dio la mano izquierda, y alargó la derecha para ayudar al muchacho a hacer el nudo y atarlo; pero el chico, apenas se alzó de la almohada, palideció, y tuvo que volver a apoyar la cabeza.
-¡Basta, basta! -dijo el capitán mirándolo y retirando la mano vendada, que el tambor quería retener-; cuida de lo tuyo, en vez de pensar en los demás, que las cosas ligeras, descuidándolas, pueden hacerse graves.


lunes, 8 de octubre de 2018

“El Príncipe Feliz”, cuento de Oscar Wilde


Fragmentos de “El Príncipe Feliz”,  cuento de Oscar Wilde

En la parte más alta de la ciudad, sobre una columnita, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz.

Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada. Por todo lo cual era muy admirada.

-Es tan hermoso como una veleta -observó uno de los miembros del Concejo que deseaba granjearse una reputación de conocedor en el arte-. Ahora, que no es tan útil -añadió, temiendo que le tomaran por un hombre poco práctico.

Y realmente no lo era.

-¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? – preguntaba una madre cariñosa a su hijito, que pedía la luna-. El Príncipe Feliz no hubiera pensado nunca en pedir nada a voz en grito.

-Me hace dichoso ver que hay en el mundo alguien que es completamente feliz -murmuraba un hombre fracasado, contemplando la estatua maravillosa.
………………………
-¿Golondrina, Glondrina, Golondrinita!- Exclamó el Príncipe-. ¿No te quedarás conmigo una noche más? 
-Es invierno - replicó la Golondrina- Y pronto estará aquí la nieve glacial. En Egipto calienta el sol sobre las palmeras verdes. Los cocodrilos, acostados en el barro, miran perezosamente a los árboles, a orillas del río. Mis compañeras construyen nidos en el templo de Baalbeeck. Las palomas rosadas y blancas las siguen con los ojos y se arrullan. Amado Príncipe, tengo que dejaros, pero no os olvidaré nunca y la primavera próxima os traeré de allá dos bellas piedras preciosas con que sustituir las que disteis. El rubí será más rojo que una rosa roja y el zafiro  será tan azul como el océano. 

Acerca de  Oscar Wilde

Sus primeros estudios le fueron dados en su casa hasta la edad de 9 años, en 1864 contando con 10 años ingresa a la Port Royal School de Enniskillen en donde estudio hasta 1871 durante su estadía en esta escuela muere prematuramente en 1867 su hermana Isola a quien escribe en memoria suya el poema Requiescat.
En 1871 entra en el Trinity College en donde se interesa profundamente por la literatura griega que lo lleva a ganar la Medalla de Oro Berkeley por su trabajo sobre poetas Griegos en lengua Griega.

sábado, 6 de octubre de 2018

"El ruiseñor y la rosa" un cuento de Osvar Wilde


Fragmentos de “El ruiseñor y la rosa” ,  cuento de Oscar Wilde

-Ha dicho que bailará conmigo si le llevaba unas rosas rojas- se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay en mi jardín una sola rosa roja.
Desde su nido de la encina oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado.
-He aquí  por fin el verdadero enamorado-dijo. 
……………….
 -Sed feliz -le gritó el ruiseñor-, sed feliz; tendréis vuestra rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que os pido en cambio es que seáis un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque esta lo sea. Y más fuerte que el poder aunque este también lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su aliento es como el incienso. 
El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues únicamente sabía las cosas que están escritas en los libros.
Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñorcito que había construido el nido en sus ramas.  
-          Cántame la última canción - murmuró-. ¡ Me quedaré tan triste cuando te vayas!
Al terminar su canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuadernito de notas y su lápiz de bolsillo.
-El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas, todo estilo sin nada de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su voz tiene notas muy bellas. ¡ Qué lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico.
………………
Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas. Y toda la noche cantó … y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche… y las espinas penetraron cada vez más en su pecho y la sangre de su vida fluía…
Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha; y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción.
……………….
…Parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago. 


Del Libro: “El ruiseñor y la rosa y otros cuentos” poemas en prosa; de Oscar Wilde (n. Dublin 1856-m.París 1900) Su primera obra fue un volumen de poemas, en 1881. Posteriormente escribió: “El abanico de lady Windermere”, “La importancia de llamarse Ernesto”, “Una mujer sin importancia”, “Un marido ideal”, obras de teatro; “El crítico como artista”, ensayo. También escribió novelas y cuentos como:" El retrato de Dorian Gray", "El fantasma de Canterville”, “El crimen de lord Arture Savile” y poemas como “Balada de la cárcel de Reading”, y más títulos ya que fue un prolífico autor.

Su ingenio excepcional, la sutileza expresiva y su originalidad lo ubican entre los grandes literatos universales. En su época sus obras teatrales acapararon los teatros de Londres con un éxito sin precedentes y como toda su obra, aun siguen vigentes. 
Proximamente serán publicados aquí otros cuentos del famoso Oscar Wilde.