lunes, 12 de septiembre de 2016

HOMENAJE A DALMIRO SÁENZ

EL ESCRITOR Y DRAMATURGO ARGENTINO DALMIRO SÁENZ FALLECIÓ AYER A LOS NOVENTA AÑOS DE EDAD EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.

ENTRE SUS NUMEROSOS TÍTULOS FIGURAN , "SETENTA VECES SIETE" Y LOS SIGUIENTES, QUE CUENTO EN MI BIBLIOTECA Y QUE NO AGOTAN LA ISTA DE SU
PROFUSA PRODUCCIÓN:



Escena de la obra “¿Quién, Yo?”   Autor: Dalmiro Sáenz

Felipe Azul de Metileno:-¿Nunca Le conté? Hacíamos Cristos. Yo siempre le decía a los empleados: El Cristo hay que hacerlo como el cliente lo pida, hay épocas en que los Cristos los piden de una clase , otras épocas que los piden de otra; si la gente pide un Cristo con los brazos abiertos, se hace con los brazos abiertos, si la gente pide un Cristo con los brazos cruzados, se hace con los brazos cruzados, si la gente quiere un Cristo con overall, se hace un Cristo con overall. Si la gente quiere un Cristo  de frac, se hace un Cristo de frac, si la gente quiere un Cristo negro, se hace un Cristo negro, si la gente quiere un Cristo loco se hace un Cristo loco , porque la gente tiene derecho al Cristo que se merece, ¡qué embromar! Me acuerdo que a veces venían los clientes apuradísimos y me decían : “Por favor, quiero un Cristo urgente “ y si no se los daba, se lo hacían ellos mismos. Se imagina lo que hacían entonces, ¿no? En ese Cristo metían cualquier cosa , capaz que lo hacían con cosas que  necesitaban,  porque la gente es así. (Al fiscal) Como le pasaría a usted si usted mismo se hiciera su propio Cristo. ¿Cómo lo haría?...Ya sé , ya sé que si el Cristo que se hace no le gusta usted lo destruye y listo, pero no es el caso.

Fiscal:-¿Pero usted está loco?
                                                  
Felipe:-Sí.
                                                  
Fiscal: -¡Ah! Lo reconoce.

Felipe:-Sí, a veces creo que no soy Dios.

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En este ejemplar de "Quién,Yo", publicado por  Juan Oyanarte Editor, en abril de 1966; en la contratapa se lee el siguiente comentario:
     "Cuando Dalmiro Sáenz publicó los dos libros de cuentos "Setenta veces siete" y "No", ambos suscitaron enconadas polémicas que continúan hoy en día sin perder su acidez. No estaba acostumbrado el lector argentino a ver en sus autores de ficción esa poderosa violencia que no era Faulkner, Caldwell ni el Steinbek de "Viñas de Ira"o el Hémingway de "The Killers", sino algo totalmente distinto. Había en esos cuentos esquirlas de origen patagónico, fuerzas telúricas absorbidas por el autor en sus años de lucha con la tierra áspera, con los vientos aciclonados, con la hacienda baguala en su cabalgar de sol a sol, o en sus viajes de varios millares de kilómetros en su jeep por caminos de tierra y el temible canto rodado patagónico, acompañado de una esposa valerosa y de su enjambre de niños. Millares de kilómetros de viajes agotadores para ponerse en breves contactos con los amigos de la Capital, con la casa solariega, con las peñas literarias..."
    "Vino luego su inmersión decidida en la vida ciudadana: televisión, cine, mesas redondas, conferencias, artículos en diarios y revistas... Y para no olvidarse de "darle gusto al cuerpo", partidas de polo y algunas carreras automovilísticas importantes en las que nunca estuvo entre los últimos. Nos dio su pimera pieza de teatro: "Qwertyuiop", ese título impronunciable sacado del teclado de la máquina de escribir. Entusiastas apologistas y furiosos detractores. Algunos encuentros a puño limpio después de los cuales veíamos a Dalmiro Sáenz con la cara decorada de cinta adhesiva y de rojas manchas de merthiolate.
    Ahora aparece ¿Quién, yo?   No sabemos si habrá un director que logre darnos en el reducido espacio de un escenario esa sucesión de ambientes y panoramas: un juzgado, la cubierta de un barco, el mar,un colegio, una calle de Paris, la jaula del elefante, un almacén, una estancia, el trozo de muelle donde trabaja el equipo de escafandra, un boudoir rococó, una oficina de redacción...Será difícil también hallar un actor que encarne al protagonista, un personaje bufonesco que nos indigna o nos mueve a compasión, que tanto puede ser un loco como un iluminado, un retardado, un truhán lleno de recursos o el náufrago desolador de una época de terrible incertidumbre. No sabemos si, de realizarse, la pieza tendrá éxito de taquilla, buena o mala prensa, pero está siempre en ella Dalmiro Sáenz, el buscador infatigable de nuevos caminos, de recursos técnicos atrevidos, de situaciones originales que nos hagan salir de lo incoloro, de lo aplastadoramente convencional" Juan Oyanarte.

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COMPLETARÉ ESTA ENTRADA , MÁS TARDE, CON PASAJES DE ESTOS LIBROS.

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