martes, 21 de abril de 2020

"La Peste Escarlata" un cuento de Jack London (Entrada en preparación)


Revisando mi biblioteca, donde tengo parte de a colección Biblioteca Página/12, y al decir parte lamento no haberla comprado completa. Eso fue allá por los años...¡Caramba! el librito no trae fecha por ningún lado, en fin, otro día escribiré sobre esta colección. Puede que sea de los años sesenta. Me refiero al novecientos, no al ochocientos sesenta. ( Risita) 
Pero volvamos al título y al autor.
Primero al Autor. Brevemente: Jack London ( 1876-1916)



Novelista norteamericano, autor de Colmillo blanco, El valle de la Luna, La llamada de la selva, entre otros del ámbito de las aventuras. Entre sus libros autobiográficos se cuenta La damita de la casa grande entre otros y  respecto a su cuento La peste escarlata de temática  social o histórico en forma de fantasía apocalíptica  se lo considera una anticipación de obras notables como La Peste de Alert Camus y Fanrenheit 451de Ray Bradbury.
Recomiendo buscar una biografía más completa de London, ya que su vida presenta muy interesantes pasajes.

La obra: se trata de un o cuento extenso en el cual uno de los pocos sobrevivientes de una supuesta peste altamente mortífera que  devasta a la humanidad a partir del año dos mil trece; y el personaje central es uno de los escasísimos sobrevivientes, quien sesenta años después vive acompañado de sus tres nietos adolescentes lo que para sobrevivir cuidan y pastorean una cantidad de cabras. Los personajes de los nietos, como su mismo abuelo los califica son semisalvajes y por eso, uno de esos días en salen del bosque en donde viven para pastorear a las cabras, el anciano les relata cómo era la humanidad , el grado de progreso técnico y científico que había alcanzado y que sucumbe junto con los habitantes del planeta, no sobreviven científicos. Si, como mensaje esperanzador, el abuelo, que era profesor universitario  ha guardado en una considerable cantidad de libros. La esperanza es que aluna vez los seres que viven, descendientes de los poquísimos sobrevivientes, puedan aprender a leer.
Es un relato sumamente interesante, y la parte en que el profesor Smith narra a sus nietos  lo que vio a su alrededor referido a la desaparición de la humanidad es apocalíptico. 

En cuanto a La peste escarlata, lo estoy leyendo y puedo anticiparles algo que me llamó la atención, ya en sus primeras páginas por el tiempo en que el autor ubica la historia que nos relata: Dos mil setenta y tres (!) Sus personajes, por orden de aparición en el relato son Edwin un adolescentes y su abuelo.
 Ya continuaré con este comentario, sin ser yo comentarista ni crítico literario, sino tan solo un lector con inquietudes por compartir obras que valen el tiempo que se invierte en su lectura. Pero, por qué he seleccionado esta obra de Jack London, pues por su título, no necesito recordar porque habrán de inferirlo viendo la fecha de esta entrada que estoy transitando mi trigésimo primer día de cuarentena por la pandemia del COVID19. En realidad estaba buscando otro cuento, pero de Edgard Allan Poe, titulado La máscara de la muerte roja.   
Continuaré con esta entrada. (1)
En el ámbito de los blogs se denomina entrada cada texto, trabajo o conjunto de imágenes que se sube en una deteterminada fecha.

Fragmentos  de  La peste escarlata:

El camino, de borroso trazado, seguía lo que en otro tiempo había sido el terraplén de una vía férrea que, desde hacía muchos años, ningún tren había recorrido. A derecha e izquierda, el bosque, que invadía e hinchaba las laderas del terraplén, envolvía el camino en una ola verde de árboles y matorrales. El camino no era otra cosa que un simple sendero, con anchura apenas suficiente para que dos hombres avanzaran de lado. Era algo así como una pista de bestias salvajes.
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-El mundo entero estaba atestado de seres humanos. El gran censo del año 2010 había dado por resultado ocho mil millones como población del universo. Ocho mil millones, o sea, ocho caparazones de cangrejo...Aquellos tiempos no se parecían demasiado a estos en que vivimos. La humanidad tenía una habilidad sorprendente para procurarse alimentos. Y cuanto más comida necesitaba, tanto más crecía en número. Así, pues, vivían en la tierra ocho mil millones de hombres cuando empezaron los estragos de la peste escarlata. Yo era entones un hombre joven, tenía veintisiete años. Vivía en Berkeley, que está en la bahía de San Francisco, en el lado que queda frente a la ciudad. ¿ Recuerdas, Erwin, esas grandes casas de piedra que encontramos un día en esa dirección...hacia allí? Yo vivía allí, en una de esas casas de piedra. Era profesor de literatura inglesa.
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Aquella noche dormí profundamente. Aquellas marchas forzadas me habían abrumado de cansancio. Cuando desperté, estaba solo en el mundo. Canfield y Parsons, mis dos compañeros, habían sido víctimas de la peste. De las cuatrocientas personas que se habían refugiado conmigo en la escuela de química, y de las cuarenta y siete que seguían viviendo al comienzo de nuestro éxodo, quedaba solo yo, con el poney Shetland.
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El tercer día, cuando empecé a convencerme de que, decididamente, estaba inmunizado, cargué al poney con la pequeña provisión de conservas que me quedaba, y reanudé mi camino a través de un mundo desolado. No encontré ningún ser vivo: ni hombre, ni mujer, ni niño. Solamente cadáveres en mi camino.
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