jueves, 1 de abril de 2021

DALMIRO SÁENZ, “La Patria equivocada”, novela

 DALMIRO SÁENZ: escritor y dramaturgo argentino, nacido en Buenos Aires en  1926    y fallecido en  la misma ciudad en 2016. Muy conocido y exitoso. Por sus libros recibió importantes premios, tales como: Premio de la Editorial mece por "Setenta veces siete" cuento llevado al cine por el cineasta Leopoldo Torre Nilson; premio del Magazine LIFE en español (1963) por su libro de cuentos "No"; premio Argentores por "Treinta,treinta" un cuento. En base a su novela "El pecado necesario" que adaptó para el cine y con dirección de Fernando Siro dio lugar al film "Nadie oyó gritar a Cecilio Fuentes" que fue ganador del premio Concha de Plata en el Festival Internacional de San Sebastián, España. Premio Casa de las Américas (1966) en Cuba por su obra de teatro: "Hip Hip Ufa".- Su producción literaria fue profusa y original, como lo han sido los títulos que eligió. Tengo en mi biblioteca: "La patria equivocada", ...continuará....


“La Patria equivocada”, novela

Fragmento: “LA POBREZA TIENE UN COLOR: un gris amarronado, que cubre las viviendas, los objetos, la ropa, las manos, el pelo y las cejas de los hombres, y  que sólo respeta los ojos, como cristalinas superficies de agua en ese mapa de privaciones que son las caras.”

“En los países en donde abunda la piedra, las marcas de la pobreza son como monumentos: las iglesias y las casas abandonadas, con los muros desgastados por el viento, permanecen incólumes, durante años, en la comarca remota del olvido. En los países como este, en cambio, en los países estaqueados al sol del desierto, la pobreza se desvanece en las cosas. La pampa respeta muy poco tiempo una tapera: la paja de los techos se vuela, los palos se pudren, los panes de adobe retornan a la tierra y se integran a su superficie, liberando el espacio que resguardaran entre sus paredes.” “Una larguísima cicatriz de pobreza atraviesa esa nada de pobreza que es la provincia de Buenos Aires, como un tajo en la cara de la historia. Es una línea de fortines, reductos del ejército más pobre que jamás haya existido”

Un jinete manco se encamina a uno de esos fortines. Monta un bayo encerado y lleva una mula de pilchero. El hombre sostiene en su única mano las riendas y el cabestro de la mula. La mula cabrestea bien; por eso, en la distraída mano del hombre, el cabestro no tironea en absoluto. La cangalla que lleva sobre su lomo está sujeta por una doble cincha. Medio raro que alguien ande por esa zona con una mula de pilchero. Por pobreza no es; al caballo se lo nota alimentado a grano. No hay más que ver la briosa energía de su paso y como resaltan los lustrosos músculos en el anca partida y en los músculos; no hay más que ver como escarcea cada tanto anque lleve marchando cerca de diez horas. Además está el poncho del hombre, una carísima manta de Castilla, azul marino, con cuello alto, y esas espuelas de plata, y la forma de montar y de mirar para adelante, como si fuese el dueño de aquellos parajes. No, no es por pobreza que lleva esa mula de pilchero; la lleva porque se  le da la gana. Ahora se detiene, baja del caballo y se levanta el poncho. La mano desabrocha la bragueta del pantalón y dirige el chorro de orina lo más lejos posible de sus pies, en un ancho semicírculo que anega la tierra reseca.”

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