miércoles, 30 de noviembre de 2011

Mark Twain

(*)


Norteaméricano nacido en 1.939 y fallecido en 1.910
Célebre autor de “Las aventuras de Tom Sawyer” y “Las aventuras de Huckleberry Finn”, sobre ellas dijo Ernest Emingway:”Toda literatura moderna se origina en este libro”.

¿Quién no ha leído, al menos pasajes de estas maravillosas aventuras? por lo general en la niñez o adolescencia.

Igualmente muy difundido su libro “El diario de Adán y Eva” personajes desde los que el autor da una visión de la pareja que se descubre a sí misma y al entorno con humor , ironía y reflexiones filosóficas.


FRAGMENTOS DE “EL DIARIO DE ADÁN Y EVA”

DIARIO DE EVA

Sábado

Tengo casi un día de edad. Llegué ayer. Por lo menos eso creo. Y debe ser así, pues si hubiera un día antes de ayer, yo no estaba allí cuando ocurrió, o lo recordaría. Podría ser, desde luego, que sucediera, y que no estuviera prestando atención. Bien, desde ahora estaré atenta y si ocurre algún día antes de ayer, tomaré nota. Lo mejor será empezar bien y no mezclar las cosas, pues la intuición me dice que algún día estos detalles serán de capital importancia para los historiadores. Pues me siento como un experimento. No creo que nadie pueda sentirse más experimento que yo, y por eso estoy casi persuadida de que eso es lo que soy: un experimento, sólo un experimento y nada más. Pero, si soy un experimento, ¿soy todo el experimento? No, creo que no. Creo que los demás también forman parte de él. Soy la parte fundamental, pero creo que los otros también tienen un papel en el asunto. ¿Es segura mi posición, o debo estar atenta y cuidar de ella? Quizá lo último. Mi intuición me dice que la eterna vigilancia es el precio de la supremacía. (Una buena frase, me parece, para alguien tan joven).


DIARIO DE ADÁN

Miércoles

Me he construido un refugio para guarecerme de la lluvia, pero no he podido disfrutarlo en paz. La nueva criatura lo invadió. Cuando traté de echarla empezó a derramar agua por los agujeros con que mira y a secársela con el revés de sus zarpas, con ese ruido que hacen los animales cuando están doloridos. ¡Ojalá no hablara! Siempre está hablando. En ella suena como un vulgar murmullo, un parloteo. No, no es verdad. Jamás he escuchado una voz humana, y cualquier sonido nuevo y extraño que surge en la solemne quietud de estas ensoñadas soledades ofende mi oído y me suena a nota falsa. Y este nuevo sonido tan cerca de mí; justo encima de mi hombro, en mi oreja, primero a un lado, y después al otro, cuando hasta ahora sólo había escuchado sonidos más o menos distantes.

(**)
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FRAGMENTO DE  "PRÍNCIPE YMENDIGO" OTRA MUY DIFUNDIDA NOVELA
DEL CÉLEBRE MARK TWAIN

Capítulo XI
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Volvamos al interior del Ayuntamiento. De pronto, por encima de la alegre algazara de la fiesta, se dejó oír el repique de un clarín. Al instante se hizo el silencio; luego se alzó una sola voz ––la del mensajero del palacio—, el cual empezó a correr una proclama, toda la multitud en pie, atenta. Las últimas palabras, solemnemente pronunciadas, fueron:


––¡El rey ha muerto!

Todos en la gran reunión doblaron da cabeza sobre el pecho de consuno; permanecieron así unos momentos, en profundo silencio; luego cayeron a la vez de rodillas, tendieron sus manos hacia Tom, y resonó un poderoso grito que pareció cimbrar el edificio:

––¡Viva el rey!

Los asombrados ojos del pobre Tom vagaron sobre este pasmoso espectáculo, y finalmente se posaron un momento, como en sueños, sobre las arrodilladas princesas que tenía a su lado, y luego sobre el conde de Hertford. Una resolución súbita se mostró en su rostro. Dijo, en voz baja, al oído de lord Hertford:
––Respóndeme en verdad, por tu fe y por tu honor. Si yo aquí diera una orden, la cual nadie sino un rey tuviera el privilegio y la prerrogativa de dar, ¿sería obedecido tal mandato, y ninguno habría que pudiera decirme que no?

––Ninguno, mi señor, en todos estos dominios. En tu persona ––reside la majestad de Inglaterra. Tú eres el rey; tu palabra es ley:

Tom respondió en voz alta y gravemente, con––gran animación:

––Entonces sea la ley del rey. ley de misericordia desde este día, y nunca mas sea ley de sangre. Levantaos y marchad. ¡A la Torre, y decid que el rey decreta que el duque de Norfolk no debe morir!

Estas palabras fueron alcanzadas y corrieron diligentemente de boca en boca a lo largo y ancho del salón, y cuando Hertford se apresuraba a salir resonó otro prodigioso grito:

––¡El reinado de la sangre ha terminado! ¡Viva Eduardo, rey de Inglaterra!
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Gracias a los sitios resaltados en verde
(*) El retrato del autor  fue tomado de: bibliotecavirtualfalcone.blogspot.com
(**) La obra que ilustra esta entrada es Adan y eva y su autor Peter-Paul Rubens tomado de viajeros.com

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