LOS ENEMIGOS DE DIOS
RonyFer
Capítulo: «Las siete pesadillas del dios-de dioses
Aquella noche, sumido en lo más profundo de sus sueños, muchos años después de haber legado a otro dios su divino poder; mientras descansaba en su rancho de Texas, en una noche cálida sumido en un profundo sueño, escuchó el retumbar que descendía del cielo, luego espesos y negros nubarrones acechaban en el horizonte. Y se vio de pronto en lo alto de una colina, desde donde se divisaba el mundo entero, y de pronto una nube negra lo envolvió todo y de ella vio aparecer una luz descendiendo del cielo, entonces, entre aquella bruma, se le apareció transportada por aquel halo, una dama toda vestida de negro que él nunca había visto antes y que representaba la humanidad, al principio, ella lo contemplaba impávida, silenciosa; truenos y relámpagos en la mirada, fuego y sangre, luego se le acercó tan cerca que pudo divisar ese centello emanado de sus retinas, cuando estaban frente a frente, cara a cara, ésta entonces giró la cabeza sus hombros, abrió la boca de la cual emanó un fuerte viento hacia occidente, tan arrasador y violento como los vientos huracanados que destruyeran las costas y las casas, allá por Luisiana en sus aquellos años de poder, en cuanto cesó, se quedó allí, aquella extraña suspendida en el aire, en plena levitación, luego, parsimoniosamente se le aproximó de nuevo y después de un lánguido silencio, con la mirada fija en la suya, le exclamó:
- Ésta es la primera de siete, de ahora en adelante tus noches te parecerán más largas y tus sueños pacíficos no serán los de antes.
Y desapareció entre la bruma.
Se despertó horrorizado, sudando y jadeante, se vio en la oscuridad, al lado su esposa quién, con aire casi maternal le tomó entre sus brazos, estrechando su senil cabeza contra su pecho mientras le acariciaba el cabello, repitiendo sin cesar, “Tranquilo amor mío, que solo fue una pesadilla”.
Durante un buen tiempo, meses de relativa tranquilidad desde aquel extraño sueño que terminó por olvidarlo, total se dijo, solo fue eso, un sueño, uno de tantos.
Pero aquella noche de tormenta, cuando ya sumido en lo más profundo de su sueño, se vio de nuevo en aquella desolada colina desde donde se contemplaba una interminable explanada de tierra infértil, muerta, y en el horizonte se divisaba una gruesa columna de nubarrones, luego pudo sentir gruesas gotas de lluvia, que regaban todo el valle, luego aquella lluvia se convirtió en un breve instante, en un diluvio enorme, en un eterno diluvio, luego, la calma absoluta. Y entonces comprendió que esa calma relativa, era la misma que precedería a la tormenta por venir. Y tuvo miedo, se sintió solo, abandonado y abatido. (Continuará)
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