martes, 20 de marzo de 2012

MANUEL MUJICA LAINEZ



A LO ALTO Y A LO ANCHO

Fragmento de "Estampas de Buenos aires" (1.946)
La ciudad se nos escapa de entre las manos; se nos va para arriba y para la pampa. Por eso es menos nuestra. Quienes la habitaron antes de que diera el gran salto hacia las nubes y hacia el suburbio, debieron quererla como a un animal doméstico, al cual se podía acariciar sin que huyera. En el siglo pasado, Buenos Aires era un perrazo enorme, echado junto al río sobre la playa de toscas. Sus moradores la poseían totalmente, cada uno de ellos. Cuando venían de Montevideo o de allende el mar y desembarcaban en las carretas de ruedas colosales, rumbo a la aduana, Buenos Aires les cabía dentro de los ojos. Hoy la perdemos de vista, hacia arriba y hacia los lados. Garras y alas le brotaron al dogo familiar, que yergue su cuerpo de quimera sin que podamos verle la cara.

……………………y  cierra El autor esta estampa II de Buenos Aires, con las siguientes palabras:

Escuchemos, antes de cerrar este capítulo, la voz inspirada de Fernández Moreno quien define en un soneto denso, escrito en 1929, algunas de las emociones que he apuntado y que aprietan el corazón del poeta en mitad del trabajo ciudadano:

Me he detenido en frente del Congreso,
Y en medio del urbano torbellino,
He soñado en un rústico camino
Y me he sentido el corazón opreso.
Una tranquera floja, un monte espeso,
El girar perezoso de un molino,
La charla familiar de algún vecino,
¿no valen algo más que todo eso?
Se ahogaban en la esquina algunas flores;
A formidables tajos de colores
Abríase el asfalto humedecido
Como esbozando trágica sonrisa.
¡Quién va a fijarse en mí si hay tanta prisa!
¡Quién va a escuchar mi voz, si hay tanto ruido!

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