-¡Señora! ¡Señora! …El chico del almacenero le venía con el cuento…Pelusa había tirado al canal el autito de plástico barato, que le dejaron lor reyes.
-¡Hijito! ¿Por qué? No era una lanchita.
Y la mujer, viendo la bicicleta flamante, que montaba el otro chico, no dijo nada más. Abrazó a Pelusa, lo apretó fuerte contra su pecho, y le dijo al oído:
-No es nada... No llores, hijito. Mamá te va a comprar otro juguete…Más lindo. Y también imperceptibe para Pelusa, ella lloraba...
Autor.Carmelo Britos
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