Dichoso aquel que vive en mansión heredada,
y siente el mismo acento de familiar cariño.
En la noche, en sosiego, a media luz, en torno
a la mesa o la lumbre, se conversa, en voz tierna,
de un viaje, de un recuerdo, de una ida sin retorno
-hace ya veintiocho años- a la mansión eterna.
Triste lágrima asómase y ocúltase, medrosa,
tiempo de la familia, la niñez bulliciosa,
y se ve lo futuro al ayer arraigado.
Se lee el viejo libro con reposo, alguna hoja
anotaciones lleva del padre o del abuelo;
a veces una lágrima casual el texto moja
y se encuentra en las dulces páginas el consuelo.
El antiguo reloj de la pared aún suena;
vienen los largos días del estío, o el invierno;
son las noches oscuras o ya de luna llena;
aunque los años vuelen todo parece eterno.
Feliz aquel que vive en mansión heredada
con fontanares y árboles al pie de una colina,
y del otoño lánguido en la tarde nublada
El autor:
Arturo Marasso (1890-1970)
Literao argentino.Perteneció a la Academia Argentina de Letras
y era miembro correspondiente de la Academia Española.
Obras: "Rubén Dario y su creación poética",
"Paisajes y Elegías", entre otras.
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