miércoles, 19 de agosto de 2009

“Los Enemigos de Dios”


Autor: RonyFer

Entrega V

Y cuando Hamza estaba por concluir con la vida de aquel extraño, sin que nadie lo esperara, de pronto surgió de la nada Karima, corriendo a su lado quien sigilosamente los había seguido en el combate, escondida para no hacerse notar:

- ¡No Hamza, no lo mates! Él viene de cobijarse bajo la protección de Alá.

Este primero le lanzó una mirada de reojo, reprimiéndola con la mirada su atrevimiento y su insensatez de encontrarse en aquel sitio, en aquellas circunstancias prohibidas para ella por su seguridad.

Entonces, aquel anciano que lideraba aquel grupo, en un acto de piedad, le apartó é hizo bajar la mira del fusil hacia el suelo, en otra dirección, con suavidad, mientras le miraba fijamente a los ojos.

- Tu hermana tiene razón, nosotros no somos como ellos, nosotros combatimos por nuestra libertad, no porque seamos criminales. Además, que Alá le perdone.

Luego se dirigió a aquel improvisado intérprete para decirle;

- Dile que Alá El Grande, nuestro Dios le perdona la vida, será protegido por nosotros y curado de sus heridas, cuando ya esté disponible, será liberado y que no vuelva nunca más por nuestras tierras y que esperamos que lleve este mensaje a su pueblo:

Déjennos tranquilos, déjennos vivir en paz, no somos sus enemigos, no queremos hacerles mal, pero no queremos que nadie, que ningún extranjero venga aquí a matar nuestros hijos, nuestras familias y que estamos dispuestos a todo, morir cien veces si es preciso para salvaguardar nuestra libertad y nuestra religión. ¡Alá es grande!

Durante meses anduvieron como nómadas, viajaban toda la noche, en el desierto que los guías conocían como la palma de su mano, de aldea en aldea, de provincia en provincia, a su paso se les unía otros, la mayoría hombres no llegados a la edad adulta, algunos abandonaban casa y familia para unirse a la cada vez más creciente resistencia.

Algunas mujeres desde los pórticos de sus casas les apoyaban con sus gritos guturales, haciendo la resonancia de la lengua con los labios, los comerciantes con su generoso aporte económico, con armas, con víveres, medicamentos o con lo que se pudiera ofrecer a aquellas hordas de valientes guerreros, libertadores de su patria.

Cierta mañana, al despuntar el horizonte, se pudo contemplar en lo alto de la montaña aquel helicóptero circunvalando la posición, Hamza corrió entonces a coger su lanza-misiles, subió hasta lo más alto, se acomodó el arma al hombro, su rodilla derecha al suelo, apuntó y después de una pausa, disparó.

El ataque fue certero y había durado apenas un momento, dispersados por doquier los restos de aquel sofisticado “Blackhawk”, entonces descendieron de la colina, Hamza encabezaba aquella comitiva, con su AK-47 en posición de tiro, se acercó y fue el primero en llegar a lo que quedaba de la coquilla de la aeronave.

Adentro en la carlinga pudo divisar esparcidos los cuerpos aún con vida de sus tripulantes, sobre el timonel, aún sangrando el piloto gemía, a su lado el encargado de las comunicaciones, y en la parte trasera, el carabinero recargado aún sobre su ametralladora y su asistente a su lado quien le proveía de municiones, tres más yacían apostados, agonizantes.

Entonces, con toda la paciencia del mundo, frívolamente, tomó su arma y apuntó sobre la cabeza del piloto, descargó y con la ayuda de su hermana, cargó de nuevo y continuó sin piedad sobre aquel cuerpo inerte, luego se dirigió al segundo y al otro, siempre con la misma operación, descargaba y cargaba de nuevo, inmisericorde, despiadado. (Continuará)


Autor: RonyFer


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