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Entre las ventanas del cuarto había un espejo incrustado en la pared. Quizás alguno de vosotros habrá visto uno de esos espejos en un piso de ocho dólares.Una persona muy delgada y muy ágil podría, observando su reflejo en una rápid sucesión de franjas longitudinales, obtener una idea algo fantástica de su aspecto. Delia, siendo esbelta, había dominado este arte. Se apartó de la ventana y se detuvo delante dl espejo. Sus ojos brillaban , pero sus mejillas se habían tornado pálidas. Con un movimiento rápido, soltó sus cabellos y dejó que cayeran en todo su largo.
El matrimonio Dilligham Young poseía dos tesoros de los cuales se sentía muy orgulloso: uno lo constituía el reloj de oro de Jim, que había pertenecido primero a su abuelo y después a su padre. El otro era el cabello de Delia. Si la reina de Saba hubiera vivido en el piso que el patio separaba del suyo, Delia e hubiera sentado en la ventana a secar la masa espléndida de sus cabellos, sólo para que palidecieran las joyas y la belleza de la reina. Si el portero hubiera sido el mismo rey Salomón, con todos sus tesoros apilados en el sótano, Jim nunca hubiera dejado de sacar su reloj cuando pasara delante de él, sólo para ver cómo se pellizcaba la barba con envidia.
Allí, ante el espejo, el cabello de Delia caía cubriéndola, ondeado y brillante como una cascada de oscuras aguas. Le llegaba hasta debajo de las rodillas y envolvía su cuerpo como un manto. Rápidamente lo recogió y después de una última vacilación se puso su viejo tapado y su viejo sombrero, y con los ojos brillantes todavía abrió la puerta y bajó las escaleras como una exhalación. Se detuvo delante de un negocio que ostentaba esta inscripción: "Mme. Sofroine. Especialista en pelucas y peinados". Delia entró.
-¿Compraría usted mi cabello?- Preguntó a Mme. Sofroine.
-Sí. Compro cabello -contestó la aludida-. Sáquese el sombrero y veamos cómo luce el suyo.
De nuevo ondeó la oscura cascada
-Veinte dólares-dijo Madame, tocando el cabello con dedos expertos.
Delia aceptó.
El Autor: O. Henry seudónimo del escritor, periodista, y cuentista estadounidense William Sydney Porter (1862 – 1910). Se le considera uno de los maestros del relato breve destacándose por sus finales narrativos sorpresivos.
Desde la infancia William era un gran lector y alumno estudioso, que se graduó en la escuela elemental en 1876. Muchos autores posteriores se inspiraron en su obra , en su estilo, entre ejemplo Truman capote.-
(Datos del autor: Wikipedia.-)
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