miércoles, 13 de enero de 2010


"EL REGALO DE LOS REYES MAGOS"

Autor:O'Henry

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--Las siguientes dos horas fueron para ella un sueño rosado. Olvidó la metamorfosis que las tijeras obraron en su cabeza. Sólo sabía que estabarecorriendo negocios en busca del regalo para Jim. Por fin lo encontró. Seguramente había sido hecho para él.No había niguno parecido en todos los demás negocios. Lo sabía bien. En su afanosa búsqueda no le quedó lugar sin revolver. Se trataba de una cadena de platino para rloj, simple u neta en su dibujo, proclamando su real valor por si misma y no por medio de vanidosos adornos. Así deberían ser todas las cosas buenas. Era verdaderamente digna del reloj. Tan pronto como la vio, comprendió que estaba destinada a Jim. Veintiún dólares le pidieron por ella y volvió a su casa con los ochenta y siete centavos restantes. Con semejante cadena en su relos, Jim, estando acompañado de alguien, se sentiría ansioso acerca de la hora y la consultaría a cada momento. Antes no podía hacerlo sin avergonzarse, pues su precioso reloj pendía de una humildísima y vieja tira de cuero.

Cuando Delia llegó a su casa, su feliz aturdimiento pasó a otros pensamientos más prácticos. Buscó sus tijeras de enrular, encendió el gas y comenzó a reparar los despojos que se habían cometido en su cabello. En menos de cuarenta minutos, su cabza se cubrió de pequeños, cortísimos rulos, los que le daban un maravilloso aspecto de pillete rabonero. Se miró al espejo, largo rato, cuidadosamente.

-Si Jim no me mata -se dijo- antes de dirigirme una segunda mirada, me dirá que parezco una corista de Coney Island. Pero, ¿qué hubiera podido hacer con un peso con ochenta y siete centavos?

A las siete en punto el café estuvo listo y la sartén preparada para cocinar las chuletas. Jim nunca tardaba. Delia escondió la cadena en su mano y se sentó frente a la puerta por donde siempre entraba él. De pronto oyó su paso en la escalera y empalideció.

-¡Dios mío, haced que me encuentre bonita aun! -rogó. La puerta se abrió y entró Jim. Era delgado y muy serio. ¡Pobre muchacho! Tenía sólo treinta y dos años y ya tenía un hogar sobre sus espaldas. Necesitaba un sobretodo nuevo y estaba sin guantes.

Se detuvo al entrar, quedando completamente inmóvil. Sus ojos estaban fijos sobre Delia, que no pudo descifrar la expresión que se retrataba en ellos. No era ira, ni sorpresa, ni desaprobación, ni horror, ni ninguno de los sentimientos para los que estaba preparada.

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El Autor

O. Henry seudónimo del escritor, periodista, y cuentista estadounidense William Sydney Porter (1862 1910). Se le considera uno de los maestros del relato breve destacándose por sus finales narrativos sorpresivos.

Desde la infancia William era un gran lector y alumno estudioso, que se graduó en la escuela elemental en 1876. Muchos autores posteriores se inspiraron en su obra , en su estilo, entre ejemplo Truman capote.-

(Datos del autor: Wikipedia.-)

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